Crónicas de un paciente de COVID. Epílogo

Con todo, nuestra pequeña odisea concluyó. Nos queda un caudal de sentimientos encontrados, nervios, muchos nervios y dudas, muchas dudas.

Raúl Vega Martes, 25 de Julio de 2023 Tiempo de lectura:

El sábado amaneció caluroso. Salí de la habitación y parecía el Día de Reyes. Fui al baño y ya no tenía que echar lejía ni limpiar todas las superficies que toco. Eso sí, todavía llevo la mascarilla por inercia, que cuando termino me quito. A lavar la toalla que había cambiado el día anterior, a lavar toda la ropa, incluso la que tengo puesta, lo mismo que las sábanas y los forros de la cama. Que no quede nada del periodo sin higienizar. Antes de limpiar la habitación a fondo, saco a la perra. El aire limpio y la sensación de libertad, pese a la mascarilla, me reconfortan.

 

Pero el mejor momento está por llegar, cuando se despiertan el resto de integrantes de la casa. La cara de la niña es de sorpresa y alegría, lo que me libera de la presión de días pasados. La habitación ya está completamente limpia, de arriba a abajo, todo fuera, todo limpio y ni rastro de los trastos del encierro. Le prometemos una fiesta a la niña por lo bien que se ha portado. Una fiesta no es más que disfrazarnos, poner una película y hacer una comida en el salón. Un recurso muy útil durante el confinamiento y que ahora podemos hacer para recompensarla.

 

El domingo es mi segundo día de libertad, si así la queremos llamar. Pero recuerden que mi novia está pendiente del resultado del PCR. Llaman del Servicio Canario de Salud. “Para que la niña se haga la PCR mañana”. ¿Otra vez? ¿En serio? Le explicamos que nos la han puesto y cancelado repetidas veces, que la niña lleva dos semanas encerrada solo en contacto con la madre hasta ayer, que no ha presentado síntomas, que el padre ya está de alta… Cuesta un poco pero lo termina entendiendo.

 

Pero sigue pendiente el resultado de la madre. Un positivo no sabemos qué significa. La prueba se hizo el jueves, ¿10 días de aislamiento desde el jueves pasado? ¿Prueba ya sí obligatoria para la niña pese a no presentar síntomas? ¿Cuánto puede durar esta agonía? Ella lo reclama en la llamada y la operadora promete llamarla en un rato. Suena el teléfono. “¿No te habían llamado ya esta mañana para darte el resultado?”. Obviamente no. “La prueba es negativa, está apuntado que te tuvieron que llamar esta mañana”. Pues no.

 

Se acabó la pesadilla, se acabaron los aislamientos. El caso del no contagio en el ámbito familiar no representa sino el éxito de las medidas de aislamiento, pero no sé si alguien lo va a reconocer. La sanidad pública actúa como pollos sin cabeza, errantes en busca de contactos, sin plan definido, superados en trabajo y sin un plan claro. Sinceramente pensaba que estaba todo mucho mejor preparado, pero mi sorpresa es que no. Mucha improvisación, poca empatía y demasiada descoordinación.

 

El futuro en cuanto a la enfermedad es incierto. Las Palmas de Gran Canaria y Arrecife cuentan en este momento con repuntes más importantes que en Madrid. La vuelta al cole está cerca y la falta de certezas es sangrante. La policía hace controles de paisano para evaluar las medidas puestas en marcha. Y el Gobierno no descarta medidas más contundentes si en 14 días no mejora la situación. Estando de acuerdo en todo, hay mucho señalamiento a la población y no pueden pagar justos por pecadores.

 

Por si fuera poco un vídeo de una patera llegando a la playa grancanaria de San Agustín se convierte en viral. “Ahí vienen, Carmelo, a pegar el COVID”. Dice una voz que los trata con desprecio, racismo y menosprecio. A los pocos días aparece otro similar. ¿Repunte racista? Si lo hay, que lo dudo, está provocado por todo ese relato al que han contribuido los medios de comunicación. Y, desde luego, tiene muy poco de sentido crítico porque están llegando turistas sin ningún tipo de control. La comparación no se sostiene. De hecho los medios hablan de que el rebrote en Gran Canaria puede deberse a “un supercontagiador venido de algún lugar de España”. Mientras los aviones han aterrizado de España y Europa sin controles importantes, Iberia anuncia que posiblemente pedirá a los canarios los mismos controles que el resto de extranjeros, una decisión que contrasta con lo que hemos exigido nosotros, esa Arcadia segura ejemplo de gestión. Pese a todo ello, por el miedo no nos podemos envilecer y hay que tener la cabeza fría para analizar las circunstancias y tomar las medidas adecuadas.

 

Volviendo a nuestro pequeño caso de éxito, me gustaría analizar la circunstancia de la vivienda. Por suerte yo pude estar en una habitación aislada del resto de la casa, con salida exterior para cambiar el aire y un baño grande para poder desinfectar las zonas que yo usaba. En la futura arquitectura, si nos regimos a las circunstancias de la COVID-19, las casas deberán tener una zona aislada, con baño y cocina propia para que los miembros de la casa no se mezclen. Sin embargo, no todo el mundo tiene la suerte de tener zona de aislamiento, muchas viviendas tienen solo una habitación y las dimensiones provocan contagios a nivel familiar. De hecho hasta hace dos años y poco vivíamos en una casa muy pequeña en la que el aislamiento de este tipo hubiera sido una utopía.

 

Por lo tanto, las desigualdades del mundo post COVID-19 se evidencian también a nivel de vivienda. Tanto por lo que esas casas aguanten un confinamiento de calidad como si las mismas permiten el aislamiento de uno o más miembros de la familia. No sé hasta qué punto llega la comprensión de las autoridades sanitarias ante estas circunstancias. En nuestro caso, pese a tener un espacio de aislamiento más o menos adecuado y haberse evidenciado el éxito de nuestras medidas, muchas llamadas fueron inquisidoras y alineantes, sin preguntar por el contenido concreto de las medidas tomadas. Y, por cierto, sin ninguna visita.

 

Con todo, nuestra pequeña odisea concluyó. Nos queda un caudal de sentimientos encontrados, nervios, muchos nervios y dudas, muchas dudas. Lo he contado en esta especie de diario como lo he vivido, sin acritud, sin revancha y sin resentimiento. Han sido en total 17 días de una serie de circunstancias difíciles de encajar, con muchos altibajos, con pocas certezas y sin un precedente del que tirar. Desde las autoridades sanitarias canarias hemos recibido pocas cosas útiles, ninguna visita presencial como decía, eso sí, muchas llamadas, pero sin un patrón claro de seguimiento. Cada persona que llamaba te contaba cosas diferentes y te trataba de manera distinta. Nosotros confiamos en haberlo pasado y no repetir una situación de este tipo que, al menos en mi caso, no generó sobresaltos de importancia en cuanto a la salud. Sin embargo, me plantearon un callejón sin salida del que no veía pautas claras de cómo salir de él y eso a nivel psicológico sí reconozco que me sobrepasó. Ya lo superamos, pero si mi sensación es esta, tan válida como cualquier otro análisis, es que algo no está funcionando bien.

 

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Raúl Vega es periodista.

Biografía detallada en este enlace: https://batijero.com/biografia/

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