
Lunes 10 de julio de 2023
Uno de mis libros favoritos es La Tregua de Mario Benedetti. En él, el genial uruguayo explica, día a día, el camino hacia la jubilación de un funcionario. Sus contradicciones, sus querencias, sus derrotas y, por qué no, sus conquistas, emergen en una especie de diario desordenado.
Aunque el relato de Benedetti es ficción, me sirve para justificar el relato que van a leer. Esta historia es totalmente real. Agosto de 2020. La pandemia está en plena ebullición. Aunque se levantaban medidas de confinamiento total, llegaban toques de queda, mascarillas obligatorias y contagios masivos. Todavía la vacuna era una quimera y la COVID-19 era la temida enfermedad que nadie quería contraer, por temor a sus consecuencias y a los derivados sociales de la misma.
En ese mes de agosto yo entré en el Club de los Malditos Asintomáticos. Aunque nunca lo hice público (ni falta que hace), ese fue mi único contagio, al menos diagnosticado. No les diré que fue fácil, como verán. Aunque seguí teletrabajando, tenía mucho tiempo libre. Como no podía pensar en otra cosa me dediqué a escribir un diario desordenado, que abarca entre el 13 y el 29 de agosto, y que está distribuido, más que por días, por capítulos.
Igual que Martín Santomé, protagonista de La Tregua, yo también me contradigo, pataleo, me quejo y sufro delante de las teclas. Más que la crónica de esos días es un vómito, a veces rabioso, otras condescendiente, que me sirve para sacarlo todo fuera.
No lo publico para señalar a nadie ni como revancha. Intento caminar entre la crónica personal (sin detalles) y la crónica periodística, entre el relato y la sucesión de acontecimientos. Mi único objetivo es compartir y aportar. Creo, además, que el momento no es malo. Aunque la pandemia lleva ya en torno a un año como una maldita pesadilla, ayer el Consejo de Ministros decretó el fin de las mascarillas en todos los espacios, incluidos los sanitarios.
En este mundo sin freno, en el que consumimos información sin parar, siempre reivindico, como periodista convencido de la reflexión crítica, que podamos parar, tratar nuestra historia reciente y aprender de ella. Este es mi granito de arena sobre cómo viví mi contagio de COVID. Les cuento el final: un gran abrazo con los seres queridos de los que había estado alejado demasiados días…
































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