Capítulo 11

Crónicas de un paciente de COVID. El fin de la cuarentena (XI)

Estaba en un túnel donde no veía la luz al fondo. No hay nada más desmoralizador que verse encerrado estando completamente sano.

Raúl Vega Lunes, 24 de Julio de 2023 Tiempo de lectura:

Me vienen a la cabeza frases sobre la libertad de Martin Luther King o Malcolm X. Vienen a decir que la libertad no se solicita sino que se toma. Es evidente que es una exageración en mi situación. El sabor de acercarte a los tuyos, de volver a salir poco a poco, de recuperar tu vida y tus costumbres, es de suprema victoria. Lo supimos cuando empezamos a salir en mayo, aquello era una sensación de victoria y de amplitud que antes quizá no habíamos valorado.

 

El fin de mi cuarentena no estaba claro. Recuperado del susto, sin síntomas reseñables, sin nada más que hacer en esta maldita habitación, dependía que el estamento médico me diera el alta y la potestad para salir. Me había hecho a la idea de pasarme el fin de semana encerrado, de manera injusta, pero me tenía que poner en el peor de los escenarios porque mi doctora me lo había dejado bien claro. Mejor así que decepcionarme posteriormente.

 

Suena el teléfono. “¿Tienes síntomas?”. “Pues mira, estoy recuperando el olfato y durante todo este tiempo no he tenido síntomas reseñables. Algo de malestar algún día, pero igual tuvo que ver más con el aspecto psicológico que con el real”. “Vale, si llevas encerrado tantos días, puedes ir a trabajar el lunes y ya tienes el alta para hacer vida normal”. Uff por fin, qué alegría. Ya no era un apestado portador del coronavirus, ya no representaba un peligro para la sociedad, ya no iba a ocupar un titular de un periódico como el que había visto: “Sanidad denuncia a una persona por saltarse la cuarentena”. Siempre, aún a pesar de perjudicarme, pensé en cumplir las recomendaciones médicas. Por suerte ahora obtenía mi ansiada libertad, si quieren llamarlo así.

 

Empiezo a pregonarlo porque estaba ahogado. Estaba en un túnel donde no veía la luz al fondo. No hay nada más desmoralizador que verse encerrado estando completamente sano. Es una sensación indescriptible. Encontrándome bien no tenía sentido estar aquí hasta dentro de cuatro días más. Mi doctora, por fin, rectificó. Y yo ya empezaba, por fin, a hacer planes para mañana. No grandes planes, por supuesto, pero sí pasear a la perra y sobre todo juntarme con la niña y mi novia, para quienes había sido un león enjaulado durante doce largos días.

 

Todo esto ocurre el día después de que el Gobierno de Canarias implementara nuevas medidas. Prohibidos en Gran Canaria los eventos de más de diez personas, aumento de control de las medidas y más rastreadores del estamento militar. Me sigue rechinando que un militar se inmiscuya en la sociedad civil. La sensación es que se le encarga cualquier tarea no muy molesta para justificar la institución. Pero por suerte, a mí al menos, por el momento, no me van a rastrear.

 

¿Y ahora qué? Curado de la COVID-19, la enfermedad temida que había llegado a nuestras vidas para invadirlo todo. Con una mala experiencia con la gestión sanitaria y habiendo vivido una situación un tanto dura a nivel psicológico. En estos días se habla de reinfección, un camarero en Burgos está siendo estudiado como el primer caso de reinfectado por coronavirus. También de la fórmula milagrosa del plasma de los curados con la que Trump alardeaba y que no había sido concluyentemente probada. Y por supuesto, de la vacuna, cuándo se va a empezar a experimentar con ella y que debe llegar más pronto que tarde. Solo una consolidación de la vacuna permitirá una cierta normalidad.

 

Las dudas se agolpan, los casos siguen en Canarias y todo es confuso de cara al otoño. Yo superé la enfermedad sin haberme enterado, lo cual no deja de ser una suerte. No puedo decir que lo pasara bien a nivel moral, pero a nivel físico no me puedo quejar. Este diario nació como una forma de sacar afuera todo el caudal de pensamientos y dudas que se pueden dar cuando alguien pasa por un proceso de este tipo. Lo escribo sin resentimiento, pero sí con mucha voluntad de que mi historia sirva de apoyo para personas en un proceso similar. Mis crónicas han sido terapéuticas, medicinales, el auténtico remedio ante la soledad que provoca un aislamiento de este tipo. Mañana vuelvo a mi vida, pero este punto y seguido me va a marcar, para bien o para mal.

 

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