Empecemos a calibrar el mensaje óptimo
No creo que tengamos la mala suerte de que debamos poner una vela para corroborar un cambio político del que la sociedad es proclive, como pasa con las farmacias catalanas a la hora de cobrar según les ha dicho con sorna y suficiencia un representante de la Gneralitat a las farmacias; un individuo que por cierto no ha sido cesado en su cargo como acostumbramos a ver en todo aquello que suene a expulsión o cese por motivos, suficientes, declaraciones irresponsables y actos indignos a los representantes de la ciudadanía sea cual fuere el lugar de procedencia.
Que la mente del ser humano es algo infranqueable ya lo sabíamos sin necesidad de que el Presidente Rajoy lo dijese hace unos días, utilizando está elocuente afirmación para desestimar cualquier otra opción de voto que no fuese la dirigida a su persona. El problema no es la mente sin embargo, la dificultad está en saber atender las necesidades de cada cual y por parte del Gobierno en primer lugar, la de la sociedad en su amplio conjunto; ese es el verdadero y único sentido común capaz de reiniciar una nueva etapa democrática en nuestro país y dejar a un lado la vieja guardia del bipartidismo aparcada en la nostalgia de aquellos afortunados que un día vivieron mejor, cumplieron sus sueños y despertaron de pronto a una realidad bien distinta, la del paro, el descontrol de las cuentas de las formaciones custodias del devenir de la sociedad y el desamparo de la sanidad en vías de desaparición.
Tal vez sea ese el principal motivo de erradicar las antiguas políticas de una vez por todas e intentar generar una nueva era de pensamientos a los que lamente no les dé una mala influencia; tal vez sea este el justo e idóneo momento de reemplazar a los políticos obsoletos de sus cargos, esos a los que han estado agarrados en el tiempo de manera autoritaria y hacer una nueva crítica de las auténticas e indispensables necesidades de la ciudadanía.
Posiblemente sea este el comienzo de esa época que traiga prosperidad a nuestro país, ya demasiado vilipendiado por la política oscura que maniataba novedosas apariciones en el escenario político; posiblemente sea el final de un recrudecimiento de la austeridad en España promovido por los poderosos asociados de la Unión Europea nada conformes con que otro repunte de nuestra economía conlleve una pérdida de su poder; posiblemente nos quedemos como estamos por falta de seguridad a la hora de introducir nuestro voto en las urnas y el miedo atenace nuestros verdaderos deseos de cambio o posiblemente esté sea el punto y final de una oportunidad perdida simplemente por conformismo.
Sea como sea, lo esencial es que tenemos que salir de casa a los colegios electorales, atrapar entre nuestras manos la papeleta elegida con la esperanza de un futuro mejor para todos en el que la paz sea un compromiso de la mayoría y no quedarnos en nuestros hogares, poniendo una vela a la que un leve soplo de viento apague otros cuatro años corriendo el riesgo añadido de quemar nuestras posibilidades; aunque para pocas quemaduras anda la cuestión con el juego de palabras que utilizan en Catalunya sus máximos representantes, declaraciones malsonantes entre el President y el nunca dar por menospreciado ministro Montoro son buena muestra del desencanto al que han llegado las cosas de la política absurda.
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