Capricho
Manuel RAMOS GONZÁLEZ (1899-1971) fue un extraordinario escultor aruquense. La mejor muestra de su buen hacer es el Cristo yacente que se puede contemplar en la iglesia de nuestra ciudad. El motivo de que hoy lo traigamos aquí es para hablar de la plazoleta a él dedicada y de la escultura, Capricho, que la adorna: un desnudo de mujer donde se demuestra que Manolo Ramos fue un perfecto conocedor del cuerpo humano.
Pero no solo eso. Manolo Ramos nos está hablando continuamente a través de sus obras. El inquieto escultor sigue vivo entre nosotros. Su trazo delicado y sensual, la armonía del conjunto, obligan al paseante a detenerse. A disfrutar de la belleza escultórica de unas manos sabias y una mirada distinta y distante. Acaso Manolo Ramos pensaba en el después. Cualquiera de sus obras nos paraliza, nos detine y nos habla de la trascendencia del ser humano. Son sus esculturas una invitación a la reflexión detenida que nos impone un ritmo lento y pausado, como las oraciones compuestas subordinadas, en este mundo alocado y tan tecnologizado. Solo falta que el árbol que acompaña a Capricho sea podado un poco para así poder disfrutar de las dos naturalezas que adornan la plaza. Es apenas un detalle que engrandecería todo el conjunto y, además, Manolo Ramos volvería a ser más visible aún.
¿No les parece?































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