El sentimiento de sentirse español no es, ni puede ser, patrimonio de una ideología determinada, donde los que no pensamos igual quedemos excluidos. Porque el sentimiento de pertenecer a los pueblos de España debe estar por encima del de ser monárquico o republicano, de izquierdas o derechas, federalistas o centralistas...
Tampoco el sentimiento de ser y sentirse español debe ser la matriz donde se desarrollen la intolerancia y la exclusión. Porque de la intolerancia surge la radicalización de las ideas, caldo de cultivo de los posicionamientos dictatoriales que, sean de izquierdas o de derechas, atentan contra el pilar fundamental que sostiene cualquier estado: El pueblo.
Porque ser o sentirse español significa respetar y sentir como propias todas las manifestaciones culturales y lingüísticas de cada de las regiones de España, debiendo ser ello un motivo de enriquecimiento, y no de conflicto entre las diferentes regiones.
Ser o sentirse español, es ser solidario con el resto de los pueblos que componen la patria.
Ser o sentirse español es respetar la legalidad constitucional vigente. Pero también ser o sentirse español debe estar fundamentado en la confianza de que somos los españoles los únicos con potestad de decisión sobre nuestro futuro, sin que el miedo inducido al cambio institucional -por muy profundo que este sea- acogote nuestra libertad para poder cambiar las estructuras fundamentales del Estado, si ello fuera la determinación de la mayoría.





























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