Las estanterías repletas de libros generaban en él sentimientos encontrados. Por un lado una pasión desatada, un amor infinito por las miles de páginas escondidas tras otras tantas portadas; por otro, la tristeza de no disponer del tiempo suficiente para paladear cada historia, la certeza de que habría personajes que jamás conocería, mundos a los que no viajaría y sensaciones que no podría experimentar jamás por no disponer de más vida que aquella. Y por último, la frustración. Observaba sus notas de escritor novato, releía sus pequeños cuentos, y los veía empequeñecer ante la magnitud de lo que otros habían imaginado; se convertían en algo intrascendente, insignificante, como una gota en un océano. Sentía de repente que sus palabras carecían de valor, que el talento se había repartido antes de que él llegara y que las cartas marcadas, a lo único a lo que le abocaban, era a jugarse un farol. Se consolaba pensando que eso era mejor que nada porque, si algo sabía hacer, era mentir con clase.
Falleció el Lunes, 24 de Noviembre de 2025 en Las Palmas de Gran Canaria a los 84 años





























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