Arucas. otra vez
Arucas se adivina en la bruma mañanera. Arucas nace cada día distinta porque en sus calles vive el aliento de la existencia misma atrapada en el ritmo pausado de un tiempo siempre renovado. Es Arucas la ciudad de la ensoñación que sale al encuentro de sus habitantes. Cada amanecer, cada bruma que nace: el anuncio de la vida. Y si sus calles rezuman historia y tradición labrada en piedra, sus casas hablan de espacios grandes y luminosos al socaire de sus enormes ventanas: son casas abiertas al desconocido transeúnte, ese que sabe mirar detenidamente y es capaz de traspasar las grandes y señoriales fachadas. Y dentro de ellas, las vidas de sus moradores. Es verdad que algunas parecen cerradas, pero es solo una vana ilusión. Las casas de Arucas son historias vivas y vividas, que se prolongan en las adoquinadas calles. Si caminamos lentamente, si levantamos la vista y curioseamos podremos encontrar el pasado de una ciudad que se proyecta y adapta al presente y al incierto futuro.
Pero para eso debemos cambiar el punto de vista y ampliar los horizontes. Porque Arucas es una ciudad de múltiples interpretaciones. No hay más que mirar detenidamente la imagen de este comentario y ver que al fondo se aprecian unas luces que se asoman al encuentro.
Solo hay que esperarlas e interpretarlas.
(Foto: Eliú Pérez)
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