Año abundante de poesía, año de hambre

Opinion

landinEn Balada para los poetas andaluces de hoy, Alberti se preguntaba qué cantan los poetas de ahora. El Memorial Pedro Lezcano, partiendo de esos versos y de la convicción del propio Lezcano de que la poesía está hecha para ser cantada en las plazas, desea plantear una reflexión sobre la posibilidad de recuperación de la poesía como fenómeno social pues "la palabra escrita no tiene poder de convocatoria. Es necesario que la palabra se pronuncie, suene, para que se realice plenamente."

En los últimos diez años, la crisis económica ha destrozado a miles de familias llevándolas a la exclusión social. En estos tiempos hemos asistido a la devaluación de derechos fundamentales como la educación, la sanidad o la libertad de expresión. El trabajo ya no dignifica al ser humano, lo esclaviza y lo mantiene en la pobreza. La pobreza infantil, el hambre, la emigración de los jóvenes son realidades que organismos como UNICEF o Cáritas han puesto de relieve en sus informes públicos siempre rechazados o mal vistos por los poderes y los poderosos. Ante estas realidades, es lícito preguntarse ¿qué cantan los poetas de ahora y de aquí?

Si uno decide bucear por Internet se encontrará con miles de personas que escriben versos, con miles de blogs dedicados a la poesía, con millones de poemas y poetas circulando por las redes sociales. Se venden pocos libros y sin embargo se lee mucho por Internet. Y también en encuentros festivos en los que gentes anónimas recitan sus composiciones. Las personas sienten una atracción inexplicable por la poesía. Según Alicia Llarena probablemente la enorme floración de poetas, más allá de su calidad puramente literaria, da cuenta de la importancia que recobra el género en estos días. Cervantes dejó escrito que el año que es abundante en poesía suele serlo también de hambre, porque cuando hay muchos poetas hay muchos pobres y si estos abundan significa año de dificultades. Pero como Alberti nos preguntamos qué cantan los poetas de ahora, qué miran los poetas de ahora y qué sienten los poetas canarios de ahora. Sostiene Emilio González Déniz que los poetas canarios, exceptuando la poesía comprometida de Lezcano, García Cabrera y Agustín Millares, no han sido muy dados a implicarse socialmente. Al respecto, recuerda que el malogrado poeta Marcos Martín Artiles comentaba que, en Canarias, a falta de ensayistas filósofos, los poetas si acaso tendían a filosofar cuando salían de los lugares comunes de Valbuena Prat (el mar, la isla, el paisaje). La lista de grandes poetas es enorme pero apenas hay un reflejo del dolor social colectivo en sus obras. Afirmaba Lezcano en su Discurso de ingreso en la Academia Canaria de la Lengua que "con estas consideraciones no estoy abogando por un género determinado de poesía en detrimento de otros. Sólo afirmo que el olvido secular de la palabra sonora, el abandono de esta poesía oral para ser escuchada, ha propiciado la decadencia del poema como instrumento social transformador". Si la poesía es la manifestación de un fenómeno cultural y viene, como todos los fenómenos históricos, condicionada por las circunstancias sociales y económicas en que se desarrolla, los poetas tienen que reflejar de alguna manera en sus creaciones las diferentes realidades de las personas dando testimonio. Responde a una actitud frente a la sociedad. Continuaba Pedro Lezcano defendiendo que "el poeta tiene el oficio y el deber de pronunciar los nombres verdaderos de las cosas, y siempre será licito que el hombre cante el amor en tanto ame, cante a la muerte mientras sea mortal, y clame por la libertad mientras arrastre una sola cadena". Sin embargo, de algo estaba plenamente seguro: si el hombre con sus versos no contribuye a paliar los males de este mundo, con su silencio los otorga todos. Y Alberti cantaba que "no es más hondo el poeta en su oscuro subsuelo/ encerrado. Su canto asciende a más profundo/ cuando, abierto en el aire, ya es de todos los hombres."

Alguien escribió que la literatura tiene que ser pura y que el hecho de que un texto haya sido escrito con un sentido utilitario supone ya quitarle todo valor, pero si la única vara de medir fuese el arte por el arte, estaríamos prescindiendo de gran parte de la mejor literatura de otros siglos. Si Quevedo no podía "callar, por más que con el dedo, /ya tocando la boca, o ya la frente, /silencio avises, o amenaces miedo" los poetas actuales tampoco, pues "¿No ha de haber un espíritu valiente?/ ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?/ ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?"

El Memorial plantea dos deseos, inundar la prensa escrita de poesía comprometida, no poesía panfletaria, con lo que está pasando y llenar las plazas con las voces de nuestros poetas estableciendo un diálogo con las gentes.


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