¡¡Que vienen las elecciones !!

Opinion

juanantoniosanchez2014buenaCon el cambio social se está derrumbando la mala costumbre de votar siempre a los mismos; tal vez sea el comienzo de una nueva era política y el final de una etapa de la vieja democracia. La diversidad de opiniones a la hora de enviar un mensaje a los ciudadanos que les atraiga esperanza de progreso se ha disparado en poco tiempo, las manifestaciones políticas de líderes recién salidos a la palestra con una dicción perfecta, una sincronía con sus discursos revirada y un afán por desprestigiar al otro evidente son aspectos del novedoso sistema que las formaciones emergentes atraen a sus declaraciones.

Con tal disparidad de sensaciones la duda se impone en ocasiones, traduciéndose en un escepticismo más que impreciso, dejando entrever la necesidad de atrapar la realidad en un voto sin oponerse en demasía a lo ya recibido de antemano.

Sin lugar a dudas el escenario se transforma y un nuevo decorado viene a hacerse visible ante la expectación que llegado el día pueda reflejarse en un sobre más que el contrario con el nombre del susodicho interprete del himno a ser elegido; actores mediáticos que cuando llegue el momento sopesarán el éxito conseguido o por el contrario, renegarán de las malas artes utilizadas por el ganador del torneo en la aceptación del valor de sus discursos.

Ahora, pasadas décadas de bipartidismo, el ciudadano se encuentra con un generoso dilema ante sus ojos; la costumbre por votar a unos u otros dependiendo de cómo sumaba enteros su nómina se ve enturbiada por la escasez de la misma en los mejores casos o el aumento de días extraordinariamente ligados a una línea desencantada en las puertas del INEM o el teclado del ordenador para diligenciar su demanda de empleo que en algunos casos supera el trienio. ¿Podrán los que quieren el poder satisfacer las necesidades del ciudadano por acceder al empleo al objeto de volver a disfrutar de una calidad de vida merecida? Esa es la pregunta del millón de respuestas dadas por los futuros ocupantes en los puestos de primacía del Gobierno; la misma que intentan regatear al unísono para no cometer el error infundado en sus programas electorales de que con ellos llegará el progreso, el trabajo, la bajada de tasas universitarias, las becas de comedor en lugares de niveles alarmantes de pobreza infantil, el comienzo de llevar a cabo lo dispuesto en la Ley de Dependencia y otras variantes de prestaciones recurrentes que les vengan de corrida en sus actos electoralistas a los que ya están tomando el pulso.

La ciudadanía quiere un cambio social sí, pero sujeto a unas normas democráticas alejadas de ideologías extremistas; un Gobierno caracterizado por el compromiso en las demandas urgentes de la sociedad que muestre agilidad ante hechos tan lamentables como es la duración excesiva del desempleo en nuestro país y la degradación progresiva de las clases sociales.

Es tiempo de hacer política de la buena, esa que llega a la sociedad y la hace fuerte, la que viene de la mano de personas comprometidas por el bien del pueblo, solicitas ante las demandas que este les proponga o el progreso mande. Ya no necesitamos lideres con influencias de otros líderes a los que les deban la posición de donde se encuentran y acoten sus perspectivas de cambio basándolas en un leve giro que parezca un estudiado maquillaje pasajero de su verdadera identidad.

La sociedad civil se muestra harta de compromisos que quedan tan sólo en el aire cuando las palabras superan los hechos; la ciudadanía no es conformista ante la apatía del Gobierno o la ineptitud de la oposición cada vez que se enfrentan en alternancia. Pero tampoco se fía de quienes vienen de nuevas a participar del torneo como héroes salidos de un cuento y dispuestos a cambiar el rumbo con un toque de maestría.

Los tiempos cambian y las sociedades deben hacerlo al unísono sin perder comba con respecto a sociedades vecinas del mismo continente aunque, no obstante, cada cual necesita unos principios diferentes al resto, no todos somos del mismo pensamiento ni disponemos de la misma fortaleza. Atender a los ciudadanos de los cuales eres responsable por deseo expreso y democrático, es el principal objetivo a tener en cuenta por parte de quienes lleguen al poder a escasas fechas del final de un año dotado de penurias, calamidades y nada de interés que llevarse a los bolsillos diferentes al de años anteriores.


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