La mota de polvo que enturbió la vitrina

Opinion

javiercabrera2015Sobre lo sucedido en la muestra Diálogos al Norte, en Agaete.

Parafraseando el dicho popular que alega "la gota (de agua) que colmó el vaso", para el caso que me ocupa y por tratarse de una exposición, curso su variante por el titular que consta de cabecera. ¿De qué hablo entonces? Hago repaso: Entre los días 26 de agosto hasta hoy mismo, 18 de septiembre, en Agaete y en su Centro Cultural de la Villa ha estado abierta la muestra Diálogos al Norte. Balance plástico 2012-2014, con artistas de la zona o vinculados a ella y que supone ya la tercera entrega del proyecto, tras las dos celebradas en años anteriores, en Gáldar y en Guía. En honor a la verdad, y aun a título personal, me ha parecido que ésta ha supuesto un claro avance respecto de las anteriores, nunca en calidad ni en organización pero sí en difusión, alcance y respuesta de la ciudadanía y, en ese mismo orden, en la dedicación y cuidado que el ayuntamiento de Agaete ha mantenido para con la misma: con una presencia activa, representativa y hasta participativa en todo momento y en cada uno de los actos celebrados en torno a la misma, lo cual es mucho de agradecer y lo hago constar públicamente.

MANERAS INADMISIBLES

Sin embargo, algo hubo que enturbió su pulcritud y buen desarrollo, algo que, desde luego, nunca esperé: la ya citada mota de polvo que acabó por enturbiar, en buena porción, el exquisito modo en cómo se desarrollaban los acontecimientos y la expectación en torno a la exposición. Y lo que aún más me extraña es que dicha mota de polvo viniera enunciada en la forma que menos imaginé: la de concejal de cultura, quien, en un osado arrebato de salvaguarda de las 'buenas maneras', de forma unilateral decidió –sin consultar con las partes integrantes, fuera una de ellas su corporación y, sumada a la otra, la organización de la muestra–, censurar, sin previa información y en espera del consenso de dichas partes, por ende, con actitud antidemocrática –éste y no otro será el término exhaustivo a expresar– la vídeo-performance de uno de los autores presentes en dicha muestra: la obra que bajo el título 'La dosis hace el veneno' (paráfrasis de Paracelso) es de autoría del artista visual Iván Santiago. Por lo que comete, cuando menos, atentado a la libertad de expresión y, cuando más y más grave, a la libertad de creación y exposición pública de una idea.

EL EXCESO DE CELO DE UN CONCEJAL

Rápidamente saltaron las alarmas: Tras el creador expresar sus quejas ante los organizadores y estos trasladar las suyas al alcalde y corporación, todos, unánimemente, expresaron su desconocimiento del hecho, su extrañeza y, por demás, su total rechazo. Localizado dicho concejal y aclarado el asunto, se le solicitó que pidiera disculpas públicas al autor de la obra y productores de la muestra, cosa que así cumplió. Sin embargo, a día de hoy, aun me pregunto si el comportamiento no requiere de un orden mayor que abarque, sí, disculpas, pero esta vez de índole institucional. Por supuesto, se dan los pasos para que así ocurra, pues a estas alturas ya de esta, aun endeble, democracia, actos como estos debieran ser impensables, por descontado imposibles de practicar y, en toda forma, considerados execrables; pues nadie, ni a título personal y menos aun cuando está en posesión de representación de la ciudadanía, puede arrogarse la autoridad, ni civil ni moral, para incurrir en una actitud como la narrada.

LA VISIÓN DE LOS CREADORES

Atiendo a opiniones, de uno y otro lado, expresadas por los creadores y, desde luego, me avengo al razonamiento de Acaymo S. Cuesta cuando expresa que, finalmente, una exposición se plantea como un lugar para la reflexión, siendo, por tanto la acción del concejal el acto más irreflexivo que de nadie se espera. Igualmente, atiendo al criterio de Manena Juan cuando alega que actitudes como estas hacen caer en la mala idea de que aún hay representantes de lo público que siguen considerando al ciudadano 'menor de edad' según para qué temas y, desde luego, la irracionalidad del concejal entra de lleno en este orden de cosas. Aquí, por tanto, arguyo: ¿quién es él, ni nadie, para decidir qué puede ver y qué no, y sobre qué puede y/o debe reflexionar la gente?

Porque lo curioso del caso es que en este concejal concurren todos los parámetros para nunca haber cometido este error tan craso, por demás estúpido, pues, por su edad, 23 años me dicen, ha nacido en plena democracia y por igual razón, su juventud, uno espera que se atenga a las normas que la democracia dicta: consenso y mesura, nunca, actitudes extemporáneas que nos remiten a la peor época de aquella vieja dictadura, parece que aún por abolir. Observo asombrado, con un punto de susto, que se dio en el más joven y nacido en plena libertad democrática, reitero, la más reaccionaria y retrógrada de las actitudes. No exagero el caso ni me exacerbo con él: expongo y disecciono lo sucedido.

PARA QUE NUNCA MÁS...

Por tanto, lo primero y último que debo hacer es repudiar la acción torpe y la actitud imberbe del concejal, pues es de recibo e, incluso, si presto atención a su juventud, quizá inexperiencia y pocas luces, dicho sea de paso, me asiste la razón. Ahora bien, eso sí, deseo hacerle saber, expresamente, que no me mueve afán alguno de represalia o venganza pero sí que, para la próxima –guardo la esperanza de que no haya tal y con esta vez, asimismo, haya aprendido–, conminarle a que nunca más incurra en una estupidez de tal órdago y tan poco sentido común pero, sobre todo, de tan poco orden democrático y escaso rango humano.

De esto uno deduce que en toda vitrina, por muy exquisitamente expuesta que esté, por muy maravillosamente condimentada y pulcra, a la postre, ¿debe esperarse que una mota de polvo inadvertida, nunca esperada, enturbie su contemplación y disfrute? Para que así no ocurra busquémosle remedio previo, poniendo en su cuidado el máximo esmero o, bien, y en su defecto, denunciarlo y superarlo sin que ello melle el ánimo.

*Javier Cabrera es el curador / comisario del proyecto expositivo.


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