Ni aprenden ni tienen ganas de aprender los políticos de todo signo que llegan a las administraciones públicas isleñas, que una cosa son las Instituciones públicas y otra muy distinta, los intereses electoralistas de los correspondientes partidos suyos. Suelen confundir el hambre con las ganas de comer, y lamentablemente, están convencidos de que todo el monte es orégano, y que lo público está a su servicio y no la política al servicio de lo público. De la quema no escapa ninguno, ya que a la hora de la verdad, lo que se critica cuando se está en la oposición, se justifica con creces cuando se llega al correspondiente Gobierno.


























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