Una y otra vez, en estas últimas décadas, son las mareas la excusa preferida política para justificar el despropósito medioambiental de la playa galdense de Bocarranco. Las mareas impiden trabajar, las mareas se llevan la obra, así, una y otra vez, las mareas son siempre las culpables, y aunque está demostrado que las mareas son las que son, no hay ningún político que asuma la responsabilidad de seguir insistiendo en lo mismo, ya que está claro que si con las mareas no se puede, hay alguna cabeza dura con poder que sigue tropezando en lo mismo.
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