Por el camino erróneo de una postura insensata
Es señal identificativa de ética política seguir las normas de honradez más básicas por las que se rige el conjunto social en sintonía con el equilibrio suficiente añadido en pos de comprender cómo personajes públicos elegidos en democracia para representarnos en los estamentos oficiales se hacen dignos de esa elección.
Lo impropio de actividades lucrativas bajo la bandera del juramento al servicio de la sociedad es causa suficiente para señalar con el dedo a la justicia a quien osa quebrantarlos; el significado político va más allá de una mera ovación en la antesala de una campaña electoral, así como es puro teatro en los mítines que se llevan a cabo para asignarse un cálculo aproximado de simpatizante a los que da por supuestos colaboradores de su programa hacia los objetivos previstos. La política es el instrumento creado por el ser humano para liderar proyectos sociales entre diferentes sociedades e ideologías diversas; es la política el concepto de regentar posiciones superiores cuyo concepto total figura como el baluarte de la convivencia ciudadana.
Pero está política ha sido dañada por las impropias decisiones de sus representantes, dada por alejada de su objetivo y usada como tapadera en pos de un lucro tan sucio como las ideas de quienes lo llevan a cabo. Así es cómo ha venido ocurriendo en España desde hace ya varias décadas, no sólo con el actual Gobierno del PP que si es cierto, se ha valido de manera ansiosa y avarienta de sus privilegios en mayoría para satisfacer las cuentas usureras de muchos de sus dirigentes; ha sido la crisis quien ha venido destapando manejos indecorosos de verdaderos ladrones de papeleta atraídos por un papel más liviano, el de los montones de euros apilados en cuentas de paraísos fiscales, patrimonios a nombre de algún pequeño testaferro usado como cabeza de culpa y servido en bandeja de la justicia si las cosas se ponían de mal color o manera.
Las tramas que van saliendo a la luz son verdaderas estafas al erario público confabuladas entre la empresa privada y representantes de la sociedad española que junto a algún empresario venido en ocasiones a menos y en las más a seguir abasteciéndose del dinero ajeno mediante pactos reservados a favor de formaciones política compinchadas para ello han ido acaparando millones indecentes de euros en cuentas, bonanzas de vida y lujos sin fundamento, en regalos impropios o prostíbulos de alto standing e incluso pagando la barra de pan para hacerse un bocadillo en un garaje cualquiera mientras contaban los fajos de un dinero que no era suyo y que sin embargo, se cuidaban muy mucho de mantenerlo alejado de su verdadero fin.
No hay que ir demasiado lejos para encontrarse con gentuza desalmada que ha usado a los ciudadanos como plebeyos, vasallos a su servicio cuándo el cometido era el contrario; y es que pocos de los más presuntuosos se han salvado de la imputación y han pasado a ser presuntos causantes de delitos con una larga lista de por medio "casi todo el articulado penal" llego a decir una voz de alta representación en la judicatura incrédula ante semejante barbarie de hechos delictivos.
Con un voto de confianza pero con los ojos bien abiertos dada la experiencia recogida con el tiempo, vemos a formaciones emergentes ponerse trabas unas a otras para no dar el brazo del compromiso a torcer en vías de conseguir un pacto entre las más afines que lidere el cambio político al que los ciudadanos desean aferrarse al objeto de recuperar unos derechos que tanto costo conseguir y que se han disipado de manera tan volátil que apenas tuvimos margen de reacción cuando tras los ya celebres viernes de pánico salían del Consejo de Ministros con caras de satisfacción y endosaban un nuevo golpe al ciudadano en el Boletín Oficial del Estado dando las leyes no por supuestas, sino aceptadas por la mayoría parlamentaria de la que se hicieron dueños.
Seguimos esperando algo más de los políticos y sin embargo, no dejamos de convencernos de qué todo parece ser del mismo género aunque parezcan diferentes por el color de sus logos o por unas ideologías enrevesadas para no parecer las mismas. La izquierda se desliga de la otra izquierda por creerla demasiado moderada y a la vez, incurre en una reputación poco amable trtandóla con desprecio; sin duda extraño el fundamento, alquen que apenas nada tiene se cree sabedor de la abundancia en lugar de permanecer erguido y pedir colaboración. Puede tener razón en sus demandas, tal vez tenga más de las que muchos esperan aunque de nada les servirá en un futuro si los modos no se mezclan con las formas de actuación que muchos ciudadanos pensaban.
Y mientras esa espera continúa el irremediable sentido del desatino al que el Gobierno se apuntó desde el comienzo de su legislatura sigue adelante; las declaraciones de un ministro carente de prejuicios y creyente de que el pueblo es poco menos que imbécil, trata de cubrir una entrevista con un presunto delincuente alegando estar intimidado por unas presumibles amenazas recibidas. Estamos en unos tiempos en los que un presunto idiota se cree que todos son de su condición, si las fuerzas policiales están a nuestro servicio ¿cómo es qué el Sr. Rato no puso la denuncia oportuna por los hechos denunciados en el despacho del Sr. Fernández Díaz? Con necedades como estas el músculo social debería comenzar a ponerse de una vez por todas en contra de la política que un Gobierno cargado de mentiras en sus discursos nos dejó debilitados y tratar con ello de que el sentido común y la coherencia se hagan presentes den nuestra política.
La incertidumbre, esa severa sensación de no saber a ciencia cierta a quién darle tu confianza se masca en el aire y eso puede llevar a un buen número de votantes a dejar las cosas como están por si lo que viene es peor; no obstante siempre tendremos la oportunidad de renegar de nuestra decisión cuando sea demasiado tarde, algo queya suena a la sociedad española de algo ¿o no?
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