Una Rama llena de recuerdos (Vídeo y Galería de fotos)

Desde el balcón de Gloria, lugar privilegiado, se recibió una nueva enramada, y desde el balcón, en este cuatro de agosto, se abrió la memoria colectiva para traer hasta el presente, recuerdos de Ramas pasadas.

Maite recordaba como de pequeña salía al balcón, porque su abuela Sarito las levantaba a ver la salida de La Rama. A veces hasta se cubrían con mantas para hacer frente al frío mañanero.

Elisa recordaba sus primeros bailes de Rama, en compañía de su padre Miguelito, Yoyo y Rita. Miguelito siempre con la gorra puesta el cuatro de agosto, se los llevaba a bailar hasta San Sebastián, para desesperación de los más pequeños, que solo podían bailar en el espacio de la calle Las Nieves. El año próximo, la primera nieta recién nacida, no se la perdará, para que comience a acumular recuerdos del Agaete en fiesta.

A Angélica, el corazón le explosionó en plena madrugada, al poder escuchar después de muchos años, desde la cama, nítidamente, la música de la Diana, un sonido querido y ansiado que la transportó a la infancia y juventud, llenando de alegría un nuevo despertar en La Rama.

Ca Salvador volvió abrir sus puertas, con la tercera generación de los Medina Armas, evocando aquellas noches de amanecida, durmiendo en la tienda, mientras Edita y Salvador atendían la barra.

Pilar Cruz recordó la infancia en la que junto a sus hermanas salían alborotadas al escuchar la Diana, y Paco Cruz no se quedó atrás, con el recuerdo de Ramas en las que había que trabajar y mataba el gusanillo festivo, encerrándose junto a compañeros de Agaete, en el archivo del Banco, a bailar en soledad, la amada danza.

La casa de los hermanos Hernández Rosario, con Susana y Ana al frente, se llenó de generosidad para recibir a la familia y a los amigos. Pusieron el caldo y el botellín fresquito, y riendo y charlando, marcaron los recuerdos de los jóvenes de la familia, que no olvidarán ese cuadro familiar que se pinta cada mañana de Rama.

Y en casa de Yuta, la petición de que la casa estuviera abierta, se volvió a cumplir, con Menchi entregada a la hospitalaria tarea de facilitar a los medios de prensa su labor, cediendo como hacía su madre, la azotea, para que las cámaras imortalizaran el baile de las verdes ramas.

Y se bailó con alegría desbordada al ritmo de las bandas Guayedra, Agaete y las Nieves. Y se recorrió el pueblo desde la villa abajo a la villa arriba, para bajar por Las Guyarminas, llegar a San Sebastían, y terminar en la Ermita en el Puerto, para ofrendar a la Virgen la promesa de ramas.

Y ante la Virgen, Raúl pidió por el hijo que está por llegar y que el año próximo portará en sus hombros en su primera Rama, como lo hiciera su padre con él.

Agaete, en este cuatro de agosto, día de Rama, se hizo puro sentimiento, que se expresó sin cesar, desde las cinco de la mañana hasta bien entrada la madrugada, en ese baile anual con el que todo el pueblo da gracias a la vida.

Y es que después de resfrecar el cuerpo con una ducha de agua fría, calmar la barriga con una buena ensaladilla rusa, y recibir una buena sacudida del vientillo de Las Nieves, se salió de nuevo a la calle, para escuchar otro volador, encender farollillos y bengalas, y bailar la retreta de despedida, con lágrimas que se escapaban, porque queda por delante otro año de espera, para poder volver a tener, recuerdos de Rama.

"A Rosaura que se marchó sin avisar este tres de agosto y que siempre estará presente en nuestro recuerdo de la enramada".

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