Desde hace días, con la disculpa de afinar las guitarras y tenerlas dispuestas cuando llegue el momento anual de cantar el bolero a la Virgen de Las Nieves, "Los Muchachos" están parrandeando, aguantando el tipo ante las nuevas generaciones que buscan su sitio en eso del guitarrear callejero en la villa marinera. Aprendieron de ellos, ahora tocan con ellos, y un día serán los que cojan el testigo de esta musical tradición, para que los que están por venir, conozcan y aprendan a vivir la Fiesta. Y Los Muchachos encantados de que los jóvenes compartan este parrandear casi diario que da sabor y sentimiento a la espera.
Desde hace días se canta en las calles de Agaete. Se escuchan las canciones de toda la vida, los boleros para enamorar, las canciones de los años 60 para bailar. Se cantan las canciones que forman parte de la vida de los vecinos, y se canta con el corazón entrecogido esperando que llegue el ansiado tres de agosto.
Desde que comenzó julio en la villa, junto al continuo y querido guitarreo, solo se escucha " que ya llega, que ya viene", ya que están los vecinos en un sin vivir deseando el reencuentro con la amada tradición festiva.
Y por fin, con el vientillo de Las Nieves llegó el deseado lunes tres de agosto. Desde las primeras horas del día,la jiribilla se siente a raudales, con los vecinos con la piel de gallina, viviendo el ajetreo de los preparativos.
Se han albeado las fachadas para que luzca iluminado, el blanco de Agaete. Se ha hecho limpieza general a fondo preparando los hogares para acoger a los que regresan por las fiestas.
Los viajes a los supermercados y tiendas son constantes durante la mañana de este lunes. Hay que comprar las bebidas, hay que comprar los condimentos, y que no se olviden de traer la carne para el almuerzo principal del día cinco.
En las cocinas ya huele el reparador caldo de gallina. En las neveras se está enfriando la ensaladilla rusa, y a media tarde, comenzará la preparación de la carne mechá, rogando para que los continuos asaltos no terminen con ella antes de que llegue la Virgen.
Hay que ir a Las Nieves a zanbullirse en las frescas aguas para relajar el cuerpo. Que no falte la caña en El Perola, con el correspondiente peligro de enralarse uno antes de tiempo. Y de comer que no hablen porque no hay alimento que baje en estas horas previas.
Un ratito intranquilo de siesta no servirá para calmar los nervios, porque Agaete desea que la noche llegue pronto este tres de agosto, con los puestos colocados en la calle Concepción, y el aroma de las jareas invitando a disfrutar de la oscuridad festiva.
Y con la noche llegarán las guaguas cargadas de visitantes. Llegará la familia y los amigos, y juntos se saldrá a la calle a compartir la espera.
Los Muchachos con sus guitarras seguirán cantando animando la vigilia festiva, y se visitará los bochinches como se visitan los altares el día del Corpus, y los más jóvenes bailarán en la verbena de la plaza con alguna que otra disimulada escapada al barranco.
A medida que anvance la noche, la jiribilla se hará insoportable. ¿Cuánto falta?, ¿cuánto queda?, ¿qué le pasa al reloj de la iglesia que no camina? Y es que en la noche del tres de agosto las horas se niegan a pasar como si se burlaran de los vecinos por ese deseo colectivo de que las campanadas anuncien que ya son las cinco de la madrugada.
Y como el tiempo no es burletero, la mágica hora llegará y desde la azotea del ayuntamiento la noche se romperá con el sonido más esperado, el del volador que inicia la Diana, abriendo el día de la Enramada.
Más fotos de la villa de Agaete en la espera en este enlace.
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