La responsabilidad precede al silencio

Opinion

juanantoniosanchez2014buenaEl mensaje de la clase política se ha vuelto tedioso, con la calima que soportamos desde las pasadas elecciones municipales y autonómicas el respeto se ha disipado tras los votos perdidos por una de las partes, poco esperados por la otra y confusos para algunos de los que se han visto beneficiados por la podredumbre de tantos mensajes y promesas que nos han dejado sin presencia digna de tener en la consideración precisa.

Si a la verdadera vocación de servir al ciudadano se le llamaba política esto ha cambiado de raíz, ahora el mero hecho de sentirse superior a los demás es la intención de muchos de los que se sitúan como representantes públicos sin ningún pudor en sus declaraciones; ser de una ideología diferente o vivir en democracia con libertad de expresión algunos se lo toman demasiado en serio tratando al opositor como ruin con descalificaciones ni oportunas ni dignas para quien está a la cabeza visible de un ministerio.

Eso de tratar a los demás despectivamente es algo usual entre los líderes de diferentes formaciones pero desde luego, deja mucho que desear si provienen de un personaje legítimamente votado por los ciudadanos para ser la voz en su defensa y no un simple individuo que se permite insultar a la ligera. Esto pasa por ser demasiado generosos en nuestros actos dando nuestra confianza a quien sin duda no la merece; no se puede tratar de manera denigrante a quienes sufren la crueldad del ser humano y huyen despavoridos para salvar las cabezas de sus hijos o esposas y la suya propia creyendo que de donde vienen nada tiene que ver con donde van y sin embargo, prefieren volver por la experiencia de darse cuenta demasiado temprano de la mala o nula ejemplaridad de naciones supuestamente llamadas civilizadas.

Tampoco se puede tratar a quien quiere demostrar su pensamiento ideológico dejando a un lado que fue o lo que hizo sin daño alguno a los demás por el mero hecho de ser diferente; todos están en política por dinero aunque digan lo contrario; los trovadores ganaban apenas unas monedas para subsistir tras contar milongas o chismes con los que entretener a la población y en este símil entran a saco por iniciativa propia personajes de gran representación política de nuestro país con declaraciones indignantes de un cargo semejante pues este, además de no sacar unas monedas por sus cuentos mal contados, no se priva de una buena cantidad percibida por su posición y deja la responsabilidad que se le presume en el escudo de su Gobierno.

Más podrían tratar de cerrar el paso a aquellos que sirven nuestros mercados de camisetas falsas venidas de países asiáticos en lugar de agraviar al semejante; algo de lo que no se salvan ni las formaciones novedosas que se han beneficiado de la cansada sociedad española para ganarse el puesto poniendo trabas a las declaraciones que se salgan de un contexto admitido a pesar de ser ciertas; una verdadera pachanga de diferentes opiniones que tan pronto llegan a acuerdos como desestiman lo aprobado.

Estamos a la deriva en un país que debe cambiar urgentemente su posición de desintegración social, ser coherentes con los medios adecuados para recuperar demasiado tiempo perdido en banalidades sin fundamento alguno. La influyente economía de los países emergentes creadores de su propio banco pasa desapercibida a más de uno a pesar del peligro considerable que esto conlleva, manifestar una posible caída del poder al Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Central Europeo (BCE) debe ser tratada con carácter al menos de sospecha tras la creación de un Nuevo Banco d Desarrollo (NBD) que seguro vendrá con capital fresco a indagar en los mercados europeos para quitarle poder al Banco Mundial adiestrando en su camino con doctrinas de nuevos comercios con competitividad cero según por dónde vamos.

Esa puede ser una de las primeras intenciones de países que ven la debilidad europea desde sus sillones frotándose las manos ante la aptitud beligerante en los mandatarios del viejo continente que están más ocupados en convencer a la gran Alemania para asistir a la endeudada Grecia que en cooperar por el desarrollo de Europa asumiendo que la inmigración tiene sus ventajas a largo plazo como la tuvieron los europeos en los difíciles años bélicos.

Meter un gol con los colores de la selección no es llevar consigo una ideología de pancarta; todo lo que se hace es por dinero quitando de en medio a determinadas organizaciones o solidarios anónimos. Es el dinero lo que mueven las sociedades, el que las hace vulgares o poderosas y el que si falta las convierte en vasallos de los que lo gozan sin remilgos. Democracia es más que un simple ejercicio de voto para elegir a representantes políticos que después, le dan la vuelta al más pintado cuando el tiempo se lo permite.

Si es cierto que la política debe cambiar son los ahora políticos los primeros que deben mostrarse como representantes ejemplares de la ciudadanía, sin tratar con declaraciones banales que caen en la acidez cómica del absurdo a aquellos que muestran con total transparencia sus ideologías, a pesar de no congratularse con las mismas. El poderoso Don Dinero es para todos igual, trabajamos y subsistimos por el dinero, caemos en disputas por él, llegamos a acuerdos no deseados para acceder a mantener un nivel de vida digno, nos dejamos avasallar por pura necesidad e incluso se llega a matar o morir entre fajos de un dinero tan útil como respirar y tan nocivo que llega a causar una ansiedad irresponsable.

Cuando las voces de los políticos sobresalgan del ruido de la calderilla será el comienzo de una nueva era, la del sonido afable del dinero en los bolsillos del ciudadano y la integración social de aquellos que huyen despavoridos de sus países de origen por la necesidad de sobrevivir en un mundo lleno de ricos con el poder del dinero que castigan al más débil; será entonces cuando las mareas humanas dejarán de encallar en el fondo del mar y los ciudadanos absorberán sin miramientos el número de inmigrantes que sea menester; que más dará el que meta el primer gol si lo importante es ganarle el partido a la miseria y la falta de pudor de los más privilegiados por el dinero y la política. Como diría el Santo Pontífice, hasta que todo esto llegue hay que implorar sensatez para no caer en la infamia incongruente y constante a la que solo asiste una definición previsible llamada vergüenza o pronunciada por él en un gran ataúd de olas ¡Vergogna!


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