No se puede sacar oro del lodazal
La situación de desamparo social dada por los representantes políticos de toda Europa es un síntoma evidente de descalabro en la economía de las naciones integrantes de la Unión Europea que se sienten desasistidas por aquellas potencialmente más poderosas que apuran hasta extremos indignantes los pocos recursos de los que se vale la ciudadanía para subsistir en la precariedad de los mercados laborales con un elevado índice de desempleo de su población activa.
El deterioro de las sociedades más debilitadas por la crisis es una elocuente conclusión de que las cosas van mal por el camino que llevan, máxime si los representantes de las naciones en problemas no admiten un cambio potencial de sus programas y tratan de hacer frente a sus deudas con compromisos más dinámicos que traigan consigo el aumento del mercado laboral entre sus fronteras para frenar una competitividad demasiado generosa de los productos venidos de los países considerados como BRICS (India, Rusia, China, Brasil p.e,.), con los cuales no podemos competir en igualdad de oportunidades dados los altos grados de degradación que sus ciudadanos sufren en algunos de ellos para trabajar por un salario que es casi una limosna diaria y sin derecho a protesta alguna por el gran número de habitantes e incluso las dosis de obligación de niños para exprimirlos sim reparo alguno, a sabiendas de su corta edad y de los peligros de algunas labores que desempeñan; algo qué debería avergonzarnos sabedores de semejante circunstancia de desprotección infantil de unos gobiernos que se hacen de oro a costa de nuestra insensatez.
Son aspectos a tener en cuenta asistir a los mercados de la Unión Europea con programas explícitos capaces de regenerar las economías protegiéndoles de riesgos externos, un compromiso que adoptar para liberar la caja del desempleo que sufre buena parte de la población del sur del viejo continente, lastrada por las potencias del norte que muestran sus reticencias cada vez que algún país demuestra debilidad y se le debe insuflar liquidez para recuperarlos del golpe a sus economías. Pero estas dosis de oxígeno a su vez, deben de ser repartidas con la equidad debida para así poder satisfacer los pagos de la deuda contraída; no podemos dejar desasistidos a países de nuestro entorno que son integrantes de un compromiso creado llamado UE pero de la misma forma estos deben de cumplir los requisitos que se les imponga por beneficiarse de estas muestras de alivio sufragadas por el conjunto del organismo europeo, lo que viene a ser igual que de la caja común se sirven todos y son quienes a su vez la van llenando con las aportaciones convenidas.
La realidad nos demuestra que no todos somos de la misma índole ni tenemos el mismo pensamiento a la hora de revisar los compromisos adquiridos por cada cual pues, mientras unos sufren las consecuencias de haber tenido que tirar de la ayuda europea para abastecer sus recursos, como en el caso de España tras la mentira de las Cajas de Ahorro y entidades financieras dadivosas en su día que tras la apariencia de bonanza que reflejaba su imagen, tenían el capital repartido en paraísos fiscales o en otras muchas cuestiones de difícil explicación y nula comprensión para el ciudadano por lo que la sociedad española paga desde hace un lustro serias consecuencias que atañen directamente a los hogares; otros sin embargo aspiran a ser benefactores de una quita de su deuda por el mero hecho de lanzar un velado reto de salirse del pacto adquirido en su día para endosar las filas de la Unión Europea.
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