26 años atrás, 25 en Canarias y a veces años luz
Las portadas de muchos periódicos y revistas nacionales e internacionales de estos días coinciden en el mismo titular: "Un agujero negro despierta tras 26 años inactivo", aunque varían el calificativo que antecede al primer sustantivo ("voraz, devorador, monstruoso"). Y otros, por cierto, destacan que el fenómeno se produce cada 25 años. A la par cronológica, leo en Canarias7: "Darias se opone a izar la bandera gay en el Parlamento".
Por tanto, sobre el agujero negro y sus tragaderas hay un aparente desajuste de un año en la reactivación. Para la mayor parte de los medios la cuantificación es rotunda: 26. Para otros (quizás leyeron la información que publica en iac. es el Instituto Astrofísico de Canarias), el agujero negro "despierta cada 25 años". Y aunque no soy científico ni cosa parecida, me parece acertada esta precisión con un año menos de diferencia. Porque los informativos, cada vez que inician las noticias, dicen: "Son las..., una hora menos en Canarias". Y si en cosas tan de todos los días se respeta la diferencia de una hora, ¿por qué en cuestiones estratosféricas no puede caber la de un año? (Aunque no cabe en la mente que se adopten decisiones a años luz de nuestra realidad social por orden de su presidenta cuando se trata, como poco, de ventear la bandera gay en el Parlamento de Canarias: "Contradice las normas institucionales", se argumenta. Porque si algunas normas son contrarias a la tal libertad y a su festejo en un día, simplemente se dejan de lado los protocolos.)
¿Que por qué 26 años frente a 25? Elemental, amigo mío: el Gran Telescopio de Canarias (Grantecan o GTC) ha sido un observatorio absolutamente esencial en su estudio, lidera las percepciones ópticas gracias a su gran espejo. Y si el Instituto Astrofísico de Canarias -ubicado en Tenerife- publica desde Tenerife en la misma Semana Europea de la Astronomía y las Ciencias del Espacio que desde el GTC se pueden hacer observaciones espectroscópicas cada pocos segundos, quien marca las pautas es Canarias. Y, por tanto, con su hora menos o, en este caso, año menos. (Más preocupantes resultan los años luz de la señora Darias.)
Lo que ven los astrónomos son erupciones en cuanto que el agujero negro absorbe capas externas de las estrellas y las transforma en energía: de ahí el impresionante aumento de brillo generado por rayos X. Pero a pesar de esas inmensas luminarias que se observan a decenas de millones de kilómetros, el Gran Telescopio de Canarias no ha podido dar luz suficiente (racional, progresista, de hondo contenido humano, de exquisita sensibilidad) sobre las explicaciones que imposibilitaron la ubicación de la bandera gay (anglicismo ya impuesto) aquí abajo, en el Parlamento de Canarias, rechazo que llegó desde la misma presidencia de la Institución canaria, es decir, como estreno en su nueva autoridad máxima.
Y aunque no puede tildarse cual agujero negro de "voraz, devastadora o monstruosa" la decisión de la señora Darias en su prohibitivo rechazo al onduleo, serpenteo o flameo de la bandera relacionada con la homosexualidad en cualquiera de sus variantes, sí llama la atención en cuanto que la sociedad occidental la ha reconocido públicamente. Es más: hace diez años el Gobierno socialista del señor Zapatero aprobó las leyes que reconocen los derechos de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales. Y EE UU, precisamente, la iza, y su Tribunal Supremo declara todos los derechos exactamente diez años después, en no casual coincidencia con la fecha española de un decenio atrás. Y el Parlamento andaluz transgredió las "normas institucionales" que afectaron a la señora Darias y sí echó al aire la bandera.
Por tanto, no se trata de excepciones, en absoluto: en esta misma ciudad de Las Palmas el alcalde y concejales de todos los partidos o grupos presentes en el Ayuntamiento izaron la bandera de la transexualidad como reconocimiento a sus elementales derechos. Y así, la ciudad fue la primera en tal manifestación pública. Y luego, el Cabildo de Gran Canaria. Y aquel admirable pueblo agaetense, transgresor de hipocresías y falsedades, a la cabeza en el canto a la libertad (1936), colocó el paño arcoiris en el balcón de su Ayuntamiento, ahora que los tiempos políticos han cambiado. (Por cierto: ni se han reducido las parejas heterosexuales en sana convivencia, ni los nacimientos han bajado, ni la esencia humanista se ha viciado de miserias, ni se ha mariconizado la sociedad, ni todos los violadores de niños y jóvenes de su mismo sexo se encuentran en la calle pública; muy al contrario, vamos sabiendo de quienes se manifestaron en lugares de recogimientos y espiritualidades.)
Por tanto, me parece absolutamente fuera de lugar que el Parlamento de Canarias, por una cuestión puramente normativa-institucional desde su presidencia, no permitiera el enhiestamiento de la bandera arcoiris. Porque si hubiera sido actuación voraz, devoradora o monstruosa (como la del agujero negro) la que propuso el majorero señor Cabrera en la primera reunión de la Mesa del Parlamento, lo entendería. Pero también se trataba, señora Darias, del apoyo simbólico a quienes fueron perseguidos en el franquismo con la Ley de Vagos y Maleantes (antes lo hicieron los nazis en hornos crematorios) porque mostraron públicamente su libertad sexual. Y aunque usted dice que está dispuesta a analizar la propuesta el próximo año, se confirma aquello del principio: una hora menos en boletines informativos; un año menos en despertares de agujeros negros pero... años luz en torno a una elemental manifestación.
Para ser la primera orden, señora Darias, me parece que no acertó.
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