Varas de medir

Opinion

leonilocartel2015Las redes sociales se han convertido en una suerte de caza de brujas; cualquier expresión vertida; adopta tintes extremos en un escaso plazo de tiempo. Tal es ahora la situación del recientemente nombrado concejal de cultura del ayuntamiento de Madrid. Sus twitter, nada afortunados en lo que al respeto debido al diferente se refiere, han dado mucho que hablar. No solo, pues a la recién elegida alcaldesa de dicho municipio, le ha generado un primer conflicto. Como no podría ser de otro modo, la primera en abrir fuego, mostrando su indignación ha sido quien vio frustradas sus expectativas para ocupar el cargo, el que ahora ostenta quien será su diana hasta el final de la legislatura (o antes, si le nombran caza talentos, su especialidad).

La expresión vertida por el concejal – hace bastante tiempo – aparentando intención de denigrar, pone en evidencia la escasa habilidad y cuidado de algunas al opinar en las redes sociales. Confundir dicho espacio con el de la barra de un bar, tal y como se deduce de tanta majadería como circula actualmente, resulta ser una actividad de riesgo. Riesgo a cometer torpezas, que pasarán a formar parte de los anales de la posteridad desde el momento en que el sujeto en cuestión sea susceptible de transformarse en objetivo de miradas. Tal es el caso del susodicho.

A pesar de las explicaciones dadas, más o menos convincentes y aceptables, o no, según cómo se vea, la situación parece no tener fin. Resulta, hasta cierto punto, de toda lógica pues ahora ocupa el centro de las miradas. Por distintos motivos: porque forma parte de los denominados partidos emergentes, porque estos se empeñaron en cambiar la situación política habida hasta el momento y, por último (no sé si también ocupa ese lugar en importancia), porque no permitieron a la lideresa alcanzar la alcaldía de la capital de España, por la que tanto peleó con miembros de su propio partido.

Que los chistes de mal gusto lo son cualquiera sea el medio elegido, es una gran obviedad. Como también lo es, que son de mal gusto cualquiera que sea la persona responsable de su promoción. Porque toda persona, independientemente de su origen y circunstancia personal, es digna de respeto. En cambio, la realidad es bien tozuda. No se mira desde la misma óptica, no se considera de similar gravedad, distinguiéndose quien lo expresa y a quien va dirigido. Pone en evidencia algo sabido: la insoportable pesadez de la hipocresía reinante en nuestra sociedad.

Quienes lanzaron las campanas al vuelo, bien podrían guardar silencio. Motivos para ello les sobra pues, de la misma falta de respeto, también han vertido expresiones en tales redes. Sin embargo, la fuerza arrolladora se ha puesto en movimiento, porque en realidad el motivo da igual ya que su objetivo es bien diferente: hacer daño. No saben perder, ya lo demostraron tiempo ha, cuando el tamayazo. Buscan, sin ninguna duda, generar la inestabilidad reiterada por ellos mismos. Así actúan, pues después de haber logrado la dimisión del cargo ostentado, continúan con la cruzada (ellos saben bastante de santas cruzadas), pues lo importante es la victoria final.

No actúan de similar manera con las barbaridades vertidas por sus afiliados en la red. En absoluto, ponen bien a las claras las diferentes varas de medir, esas que beben de la ley del embudo, donde la manga ancha queda siempre del lado de ellos, dejando el espacio más reducido para los otras personas.


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