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Opinion

leonilocartel2015Repugna a la razón escuchar las conversaciones grabadas de ese político valenciano con múltiples y variados cargos. No por el mero hecho en sí, contar dinero como si en ello le fuese la vida. En absoluto. Ese émulo del Tío Gilito podría haber pasado desapercibido de no tener un cargo público, o más como es su caso. Incluso, de no darse determinadas circunstancias, ni su dedicación a la actividad política podría ser un motivo. Lo grave, en mi opinión, lo soez de su comportamiento durante el ejercicio de cuantificación de ganancias. Eso y el afán por negar con tanto énfasis, el mismo que para contar el dinero.

Con anterioridad a la escucha radiofónica de la grabación, una parte de ella según dicen, ya se había encargado de desmentirlo. Es aquello de: excusas no pedidas acusación manifiesta. En esa intervención, de escasa fortuna en mi opinión, alegaba sobre una supuesta fotografía donde se reflejaba esa actividad, que parece hacer tan bien, de contar billetes. Alega, con la saña típica en estos asuntos, su actividad empresarial y la normalidad del acto. En otras palabras, la justificación de tal acción. Él sabrá si eso forma parte de aquella. Claro, no se le escuchaba, y por lo tanto pudo argüir de ese modo sin mostrar sonrojo alguno. Otra cosa es la segunda parte. No se ha hecho esperar, pues salió a negarlo todo. No era su voz, comentó y, ni mucho menos, ha recibido mordida alguna. Sin embargo, las palabras escuchadas en los medios junto a su acompañamiento, en tan lucrativa actividad, parece desmentir tal aseveración,.

En esta ocasión, quizá por la inminencia de los procesos electorales, quienes tienen responsabilidad en el partido se apresuraron a suspenderle de militancia. Como si eso supusiese escarmiento alguno. No he escuchado cosa alguna sobre su continuidad en las instituciones porque, al fin y al cabo, la militancia en un partido político es una actividad privada. Lo grave, en mi opinión, es mantener a personajes de esta ralea al frente de las instituciones públicas. A las que han llegado, no lo dudo, por ese interés de confundir lo público con lo privado, aprovechando lo primero en beneficio de lo segundo.

Otro aspecto atrapa mi interés, el número de cargos ostentados por este individuo: presidente de diputación, alcalde, diputado regional a cortes valencianas, presidente provincial de su partido; acaso por estar siempre tan dispuesto a trabajar, como le espetó a uno de sus compañeros de cuenta de billetes. Cuando tomaron la decisión de suspenderlo de militancia – impulsada por las fechas –, nada hicieron con sus tantos cargos públicos. Alegan, siempre hay algo para disculpar, el poco tiempo para los siguientes comicios. Ellos sabrán si pueden aguantar el chaparrón. La fuerza de la costumbre, quizá, les permitirá convivir con ello.

Lo molesto de todo esto, qué quieren, es lo de siempre. Ese reiterado afán por creernos tontos; acaso lo seamos, a raíz de los resultados de los continuos sondeos electorales, en ellos mantienen una parte importante de la intención de votos, a pesar de todos los líos donde participan. Va a ser eso, somos tontos, contantes y sonantes.


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