Náufragos en políticas sumergidas
Como una constante letanía se escuchan las voces de los representantes del Gobierno envueltos en una dinámica propuesta de aversión a todo aquello que no venga de su partido y tratando de inculcar el temor entre la ciudadanía con la única pretensión de sacar los mejores resultados en las elecciones del próximo mes de mayo.
Al grito de que después del PP no hay nada y si lo hubiese sería lo más parecido al holocausto o la desaparición de los dinosaurios, dedican el tiempo a despedazar con sorna a todos aquellos partidos que se le pongan delante tachándolos de inmorales, zafios e incompetentes para gobernar nuestro país sin caer en la cuenta de que nada de provecho van a poder sacar sino atienden los problemas ocasionados a su propia formación algunos de esos dirigentes intachables que proclamaban a los cuatro vientos su honestidad y ahora, tras verse entre la espada de la Justicia y la pared de prisión escuchan impertérritos la fonoteca que utilizaron para propagar su fuerza y que se les ha vuelto su principal enemigo ante el cual no valen artificios baratos o salidas de tono aludiendo ser inciertas las cuestiones que de su boca se oyen.
Entre las líneas a seguir por el Gobierno no tienen en cuenta las imprecisiones de sus oradores, confundiéndose en un discurso tan banal como poco creíble; basta la alocución de una de sus primeras damas a la cabeza de una larga lista de gobernantes de distinta índole como la Sra. Aguirre a la hora de añadir en un discurso que las elecciones están para ser votadas como en cualquier sitio del mundo. Pues no, Dª. Esperanza, en todos los lugares no se vota libremente por la falta de libertad de sus ciudadanos que están más preocupados en llegar a salvo en cualquier barcaza hinchable que en intentar meter en la cabeza de sus dictadores que la democracia es vital para las sociedades presentes e indispensables para lograr un progreso mínimo y un alentador futuro en sus países de origen.
Vamos a intentar dejar a un lado las ridículas maneras de actuar de los líderes de las diferentes formaciones que aspiran a representar en buena parte el conjunto social mediante los votos de la ciudadanía; asistir a imágenes engañosas siempre le ha servido a quién busca con ello proyectarse en la primera fila de salida de una popularidad innecesaria cuando lo que tratan con ello es tan ineficaz como poco apreciado. Si hay algunos partidos con ganas de salir en la pasarela a cambio de gastar unos euros en juegos de actualidad para regalarlos a quién parece no desea su ideología, resulta impreciso afirmar que le valga para ganar adeptos; bien es cierto que hay maneras de endosarse una buena cantidad asistiendo a debates televisivos que generan dudas a cambio de popularidad y claro está, no demuestra nada más que mediante el uso de unas siglas se benefician unos pocos. Algo a lo cual ya estamos demasiado acostumbrados en este país según los últimos años nos han demostrado con creces.
Y es que, por más que lo intento, no encuentro nada digno de apreciar para atender con la elocuencia precisa atisbos de mejoría en el mundo político que nos envuelve, hasta el simple gesto de apretar un botón para votar en consecuencia, se interpreta como error por falta de sueño del poseedor de la mano. La única posibilidad que nos queda para creer en un futuro cercano que el sistema de nuestro país comienza a funcionar como la sociedad demanda pasa por dejar trabajar a la Justicia con total independencia; tal vez ese sea el comienzo de poner a cada uno en su sitio y que entre nuestra clase política se dé por finalizada una etapa en la que a pesar de llegar todos en el mismo pelotón, el premio se lo han llevado aquellos que se percataron que los atajos para llegar antes a emborrachase de poder y dinero nunca han sido buenos. La Justicia no es una trampa para gestionar el país, es un instrumento para conservar los derechos y libertades de los ciudadanos. Que sería de nosotros si la amnistía fiscal no hubiese sido tan sólo una opción a aquellos que se llevaron antes el dinero a otros lares, posiblemente la suma de todo lo robado, escondido o blanqueado sería suficiente para erradicar buena parte de la pobreza que asola nuestros hogares.
Pero no tiene la culpa de todo lo que pasa a nuestro alrededor tan sólo el partido que nos gobierna con disimulada ideología; son los países de nuestro entorno los que debieran de tratar poner remedio a la avalancha diaria de seres humanos consternados por falta de esperanza y que valoran más el arriesgar sus vidas para obtener un futuro que en dejarse morir o ser asesinado sin haberlo al menos intentado. Las naciones con poder hegemónico en nuestro continente tendrían que tomar medidas inmediatas para llevar soluciones a los países de origen de toda está masa humana que huye alocada de un final presumible; los remedios no vienen solos pero los problemas provienen de una falta de atención a los países en guerra continuada que consiguen desplazar cuantas personas estimen conveniente para seguir disparando unas armas que les llegan desde afuera.
En las próximas elecciones jugamos con barajas de diferente propósito, algunas de ellas señaladas de antemano y otras con palos de distintos colores pero al final, todas van al mismo tablero y se convierten en indispensable forma de atender las necesidades primarias a nuestro alrededor como es el lugar donde residimos o la región a la que pertenecemos. Lo más importante aún serán las Generales de Noviembre de este mismo año en las cuales tendremos que depositar un voto mucho mayor, el de luchar por las mejores condiciones de nuestra sociedad y servir con ello a atender los peligros que nos vienen desde el otro lado de la frontera. Para lograr todo esto solo podemos alentar a las naciones con mayor fuerza que acaben con la miseria humana que nos invade.
Si los proyectiles se venden al mejor postor a cambio de mantener un contrato de compra vitalicio tendríamos que comenzar a fabricar una norma con la considerable fuerza como para deshacer dicho acuerdo a cambio de un notable compromiso de las partes contratantes que les obligue a sanear de una vez por todas sus ansias de poder y con ello acabar con la cruda realidad de los miles de muertos en las aguas de nuestros mares y océanos.




























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