Papeletas de cartón piedra
Desde que el cartón piedra existe no teníamos constancia de algún otro material compuesto de varias fórmulas convenientemente mezcladas con las que adquirir la presencia necesaria en el momento hasta la llegada de la crisis a nuestro país. Es en ese momento cuándo nos damos cuenta de que hay cosas más duras que el cartón para embalar todo aquello susceptible de ser revisado por una ciudadanía maltrecha y desprovista de medios para asimilar la osadía desproporcionada de nuestros ejemplarizantes protagonistas políticos.
Tras unas dosis de maquillaje compuesto de presumible profesionalidad, honestidad insobornable y ética ejemplar no advertimos el interior de la mercancía y nos conformamos con atender las penurias en las que íbamos cayendo progresivamente por la falta de recursos, creyéndonos a pies juntillas toda la amalgama de excusas que nos iban detallando la causa de tan frenética decadencia en nuestro Estado de Bienestar y calidad de vida.
A las continuas alegaciones a una recesión económica en todo el continente europeo se fuerón añadiendo dosis de cosecha propia relativas a una influencia malsana que nos atrajo a gastar más de lo debido sin frenar el gasto público en el que nos íbamos sumergiendo con la ayuda de las cajas abiertas de las entidades bancarias.
Lo malo es que, según nos daban la falsa apariencia de velar por los intereses de la sociedad trataban de meter en las cajas de cartón los beneficios derivados de su gestión al frente de cargos con enorme responsabilidad e innumerables recursos dinerarios para empaquetar a la medida que cada uno pudiera meter para transportarlo de forma segura es decir, sin que se notase demasiado el bulto o el agujero que dejaba en su ausencia.
Tristes años llevamos intentando salir a flote de una agónica situación de pobreza en cientos de miles de hogares en nuestro país, bien digo, pues lo que realmente preocupa al ciudadano es el pan propio que a la postre, puede repartirlo con el vecino por propia identidad de un pueblo solidario como el nuestro pero que sin acceder a los recursos básicos mal lo tenemos para compartirlo con nadie. Tanto es así que el umbral de la pobreza se ha convertido en cuestión de pocos años en un descansillo eventual hacía la más absoluta indigencia u la exclusión social de cientos de familias; un hecho trascendental que tardaremos mucho tiempo en volver a reestablecer en nuestra sociedad quedando heridos de por vida por la carencia de previsión que nuestros dirigentes no tuvieron.
Ahora, con la cercania de otra decisión en las urnas y con la salida de puertas giratorias abarrotada, todo se basa en la misma demagogia pero con colores distintos; ya no se notan las políticas de izquierda o dderecha con características afines a las necesidades sociales, los extremismos se confunden con conservadurismos de identidad compleja que aluden a un cambio en la manera de gobernar nuestro país y en las líneas a seguir para salir cuánto antes de está delirante situación.
Lejos ha quedado la felicidad de algunos a la hora de votar por unos ideales que al vecino del piso de al lado no afectaban en demasía para vivir honradamente pues al fin y al cabo, la convivencia entre los habitantes de una gran finca como es España no debían confundirse con la realidad de tener ambos las mismas necesidades. Ahora todo ha variado hacía un problema que se podía haber evitado y las discusiones del Parlamento o el Congreso son las mismas que las de las cantinas o las calles de nuestras ciudades. Ni siquiera el deporte líder le quita un pequeño espacio de tiempo a la preocupación de todos y las elecciones se nos antojan una merienda de amigos con el mismo significado.
El cartón es duro sí, pero la cara de quienes se han lucrado de nuestras miserias es indignante, con un peso que la sociedad no podía esperar y que ha hundido en la pobreza a los menos afortunados. Hay muchas cosas por rehacer en este país, muchas de igual manera en el resto de la Unión Europea y por sentado damos, en el mundo global pero para poder comenzar a usar los instrumentos que la civilización nos ha dado, tenemos que ser lo suficientemente coherentes para poner medios y que una situación como la que estamos viviendo no vuelva a sucedernos.
La ciudadanía se enfrenta a un grave problema como es el desempleo, una evidencia de la que no puede escapar ningún aspirante a liderar la fábrica de sueños que la sociedad necesita para descansar del grave deterioro ocasionado por la carencia de recursos en los hogares; problema añadido a una larga lista de demandas sobre las que resalta la preocupación de los colectivos dependientes y de unos jóvenes con una interrogante cada vez más preocupante sobre sus aspiraciones a un futuro no demasiado lejano. Todo esto sin contar con la limpieza necesaria de expedientes maltrechos por una imagen corrupta de la gran parte de formaciones políticas y desde luego, con una sanidad pública protegida por nuestra Administración que repercuta en los grandes profesionales formados en nuestras Universidades. Toda está amalgama de propuestas deberán de ir en todos los programas preocupados y comprometidos con sacar a España de una situación indecorosa y poco menos que injusta, tras una oleada de gasto excesivo que no tuvierón capacidad o interés por frenar a tiempo.
Si para conseguirlo tenemos que cambiar el cartón piedra del que está hecho el grueso de la élite política y convertirla en papel firmado con la dureza del compromiso pues habrá que hacerlo y que tengamos suerte.
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