Si la dejadez municipal en los asuntos de los vertederos que proliferan en el norte insular estuviese castigada por Ley, otro gallo cantaría en eso del cuidado de nuestro entorno medioambiental. Y es que es vergonzante ya no que los ayuntamientos consientan estos vertederos con eso de mirar hacia otro lado, sino que encima, en muchos casos, sean los propios ayuntamientos los que alimentes estos vertederos. Si el delito medioambiental estuviese rigurosamente considerado, seguro que muchos mandamases tendrían más conciencia y no permitirían lo que ahora permiten.





























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