Si es conforme a ley, urge revolucionar la ley

Opinion

nicolasguerraguiar2011Pues, estimado lector, la fiscalía del Tribunal Supremo decreta el archivo de las diligencias de investigación penal abiertas contra el señor Monago, exsenador plenipotenciario del PP para Andalucía, Canarias y plazas africanas. En consecuencia, debe resultar y resulta que el señor Monago –actual presidente de Extremadura- no malversó (no destinó dinero público a asuntos ajenos a su función) cuando las supuestas flechas del amor lo llevaron a volar a Tenerife con pronunciada asiduidad entre 2010 y 2011. Que ya se sabe: en trasnochadas mentalidades es el hombre quien se desplaza, no la mujer, celosa guardiana del nido amoroso a veces trimembre, que hay casos recientes, dícese.

Y no hubo, pues, delito alguno a pesar de que usó dinero de nuestros impuestos para viajes personales ajenos a su actividad como señoría, por más que el grupo parlamentario del PP en el Senado se empeñara en contrarrestar tal aparente malversación. Y dice, por tanto, que los viajes obedecían a "su labor de apoyo a Canarias" por encargo del mismo grupo. Pero –y les honra- varios senadores canarios dijeron que con ellos no se reunió nunca en Canarias y que desconocían no solo los supuestos encargos sino, incluso, los misteriosos resultados de tales actividades de trabajo (como senator, obviamente).

O lo que es lo mismo, que se hicieran públicos tales viajes privados con cargo a nuestros impuestos no es nada inmoral, contrario a elementales principios éticos. Fue, pregonan, una campaña orquestada desde Moscú, o quizás por hordas masónico -judeo – marxistas. Sus señorías, así, pueden viajar a donde les dé la gana con cargo a las Cámaras –incluso parlamentos autonómicos- sin que nadie, absolutamente nadie, les exija la justificación para saber si se trata de actuaciones directamente relacionadas con su cargo.

Que el ciudadano señor Monago, pues, visitara Tenerife con perentoria constancia cuantas veces pudo en viajes privados (privado su juicio y desarretado quedaba el hombre cada vez que pisaba tierra nivariense) es algo que a nadie más que a él concierne. Y como imagino que no fueron estancias de viernes a domingo (a fin de cuentas, entre desplazamientos, aeropuertos y viajes en avión se van muchas horas), debo creer y creo que siempre coincidían con jornadas vacacionales en el Senado. Porque si el señor Monago cobraba su copiosa nominilla por aquella institución, concluyo que por pudor ético y responsabilidad no se "pegaría la jullona" de sus obligaciones en la Cámara, cual alumno de instituto por San Diego. Lo mismo que si doña PPepa -actual senadora por designación- visitara ciudades españolas por el simple placer de conocerlas de martes a viernes: ejercería su derecho como cualquier españolito con capacidad económica, eso sí, que ya son otros Lópeces. Pero yo estoy completamente seguro de que su seriedad y respeto a principios éticos elementales le impedirían viajar en jornada laboral y, mucho menos, usar su condición de senadora para el gratis total, por supuesto.

Mas resulta que el señor Monago ni fue un adelantado embajador de Repsol para Canarias ni se le conoce publicación alguna sobre los resultados de sus viajes justificados como oficiales. Por tal razón, sospecho, su natural timidez y deseos de pasar desapercibido lo llevaron a comportarse cual anónimo ciudadano, subrepticio, oculto, que ya hay tradición musical en eso de esconderse, de ocultarse, que lo cantan Víctor Muñoz ("A escondidas nos amamos / qué me importa lo que digan"); Sergio Rivero ("A escondidas nuestro amor / cansado de esperar"); Camilo Sesto ("A escondidas, tengo que amarte / a escondidas, como un cobarde"); aunque quizás influido por la novela de mi admirado Pepe Correa me quedo con un bolero de los años 40, el de Jorge Sepúlveda, aquel tan premonitorio de "A escondidas he de verte, / y he de hablarte a escondidas. / A escondidas suspirarte, / y besarte a escondidas".

Y como resulta que no hay supuesto delito de malversación de fondos públicos, la fiscalía archiva la denuncia presentada por el señor Martín, letrado. Y este, como reacción, afirma que la enviará al Tribunal de Cuentas por si en el mismo Senado "se habría cometido, o se estaría cometiendo, algún tipo de ilícito contable, ya que se trata, guste o no, de cómo gastar, justificar y controlar los dineros públicos". Fue esta su reacción ante un artículo del reglamento del Senado en el que se garantiza la libre circulación de sus señorías en transportes colectivos.

Y la fiscalía añade que, por tanto, sus señorías no deben justificar las razones de tales desplazamientos. Muy al contrario, el control sobre ellos "se limita a la simple detección de errores puramente materiales en la facturación y a efectuar las correspondientes comprobaciones contables". Por tanto, inmediatamente el partido reacciona: todo se debió a "algo rastrero" y con "la intención de hacer daño". O lo que es lo mismo, que se hicieran públicos tales viajes privados con cargo a nuestros impuestos no es nada inmoral, contrario a elementales principios éticos. Fue, pregonan, una campaña orquestada desde Moscú, o quizás por hordas masónico -judeo – marxistas. Sus señorías, así, pueden viajar a donde les dé la gana con cargo a las Cámaras –incluso parlamentos autonómicos- sin que nadie, absolutamente nadie, les exija la justificación para saber si se trata de actuaciones directamente relacionadas con su cargo.

Pues no, no estoy de acuerdo. Es discutible –aunque se puede entender- que el Estado les pague a sus señorías absolutamente todos los viajes que realizan para desplazarse a puestos de trabajo siempre que se justifique la actividad, claro, bien a través de bonos, declaraciones juradas que se harían públicas cada mes o certificaciones también públicas de las propias instituciones. Pero estoy radicalmente en contra de que puedan realizar, sin control alguno, los viajes que les apetezcan aunque no sean por imperativos de trabajo. Los treinta y tantos mil euros que costaron los desplazamientos del señor Monago a Tenerife, por ejemplo, hubieran cubierto las vitales necesidades de un enfermo de hepatitis C condenado a muerte si no se medica inmediatamente. (El ppresidente de la Asamblea extremeña cargó 525,10 euros a la tarjeta institucional... por una cena.)

Así, 350 diputados; 208 senadores y 1 228 parlamentarios que forman las cámaras de las diecisiete autonomías (todos, gratis total incluidas espléndidas jornadas vacacionales) suman en viajes decenas de miles de euros que nadie controla. Como poco, nada ético y, por supuesto, elitista (por no decir "de casta"). Urge, pues, la pacífica revolución de la ley.


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