La borrasca Emilia revitaliza las reservas de agua en La Aldea tras años de sequía

La reciente borrasca Emilia ha dejado una huella imborrable en el paisaje hídrico de La Aldea, transformando la realidad de las presas que abastecen a la comarca. Los datos facilitados por la Comunidad de Regantes de La Aldea reflejan un  panorama alentador tras años marcados por la sequía y la incertidumbre.

Un respiro para las presas: cifras tras el temporal

El paso del frente lluvioso ha supuesto un notable incremento en los niveles de agua embalsada. Caidero ha experimentado una subida de 3,88 metros, mientras que Parralillo se alza como la gran beneficiada con un aumento de 10,49 metros en su lámina. Por su parte, Siberio no se queda atrás y suma 8,89 metros adicionales a sus reservas. Estas cifras evidencian el impacto directo y positivo del episodio meteorológico sobre los recursos hídricos locales que se encontraban, antes del paso de las borrascas Claudia y Emilia, en mínimos históricos jamás vistos. 

Acumulación estimada y caudales actuales

Según las estimaciones realizadas por los regantes, entre las tres presas se han acumulado aproximadamente 40 000 horas de agua de 36 metros cúbicos, lo que representa una cantidad significativa para garantizar el suministro agrícola durante los próximos meses. Además, los barranquillos continúan aportando caudal: actualmente entran a Parralillo unos 50 azadas (1 azada, 10 litros/segundo), Siberio continúa recibiendo cerca de 60 azadas, y Caideros mantiene un flujo constante con unas 12 azadas.

A día de hoy, la Comunidad de  Regantes sigue repartiendo "dula" del caudal de los barrancos del Tifaracás, el Salado y Pino Gordo, tres días después del paso de la borrasca y gracias a ello, ya se han llenado muchos estanques en el valle de La Aldea

Contexto e implicaciones para el sector agrícola

Este aporte extraordinario llega en un momento crucial para La Aldea, en plena zafra del tomate, donde la agricultura depende casi exclusivamente del almacenamiento eficiente del agua en estas infraestructuras. El alivio es palpable entre agricultores y gestores hidráulicos; sin embargo, persiste la cautela ante posibles fluctuaciones futuras propias del clima insular.

En definitiva, Emilia no solo ha traído lluvia sino también esperanza renovada para quienes dependen cada día del buen estado hídrico en este enclave grancanario.

Fotos: Víctor García