Ventana folclórica, hoy con Anamarys Gil Méndez (vídeo)

Anamarys Gil Méndez, verseadora cubana de 26 años, teje su historia entre el Caribe y el Atlántico. Nacida en Cuba y hoy residente en Las Palmas de Gran Canaria, ha convertido la palabra improvisada en un puente vivo entre dos culturas que laten en décimas, melodías y memorias compartidas.

Desde los ocho años practica la improvisación oral en verso. Aunque el punto cubano, herencia familiar y expresión esencial de su identidad, formó parte natural de su entorno desde pequeña, fue en los talleres infantiles donde descubrió plenamente ese arte que conecta las tradiciones campesinas de su isla con las de Canarias, un diálogo poético que la acompaña desde entonces.

Graduada en la Licenciatura en Educación Español-Literatura por la Universidad Agraria de La Habana, en Mayabeque, consolidó su vínculo con la docencia y con el estudio de la lengua. Aquella formación académica, unida a su experiencia como alumna de las escuelas de improvisación, la impulsó a transmitir sus conocimientos: desde 2019 enseña a crear y cantar décimas a distintas generaciones, sembrando en ellas la pasión por el verso vivo. Su voz y su talento también la han llevado a escenarios dentro y fuera de Cuba, participando como artista en numerosos eventos culturales.

Antes de llegar a Gran Canaria, trabajó durante un año como redactora asistente en Radio Mayabeque, un medio de comunicación provincial donde combinó su faceta de cantadora en programas tradicionales con la elaboración de guiones para noticieros y espacios culturales. Esa experiencia fortaleció su vínculo con la comunicación, la creación y la preservación de las raíces musicales de su tierra.

Hoy, ya instalada en el archipiélago canario, es monitora de la Escuela Verseadora Canaria, un proyecto formativo creado en 2018 por la Fundación Ocho Sílabas y dirigido por el reconocido verseador y filólogo Yeray Rodríguez. Esta iniciativa busca desarrollar la creatividad verbal en el aula mediante actividades didácticas centradas en la improvisación en décimas, coplas, cuartetas y redondillas, contribuyendo así a salvaguardar un patrimonio oral que sigue creciendo a través de nuevas generaciones.

Además de su labor como formadora, Anamarys participa en diversos proyectos vinculados a la música tradicional tanto cubana como canaria, trazando fusiones que honran el legado de sus antepasados y lo proyectan hacia el futuro. Una de sus propuestas más recientes ha sido un espectáculo presentado por la capital grancanaria junto a su esposo, el pianista cubano Andy Abad Acosta. En escena, ambos entrelazan improvisación y tradición, palabra y piano, memoria y emoción, evocando la nostalgia de quienes un día emprendieron el camino de la emigración en busca de nuevos horizontes.

Entre dos orillas, la voz de Anamarys sigue hilando versos que unen mares, culturas y generaciones. Su arte es viaje, raíz y puente: una forma de mantener viva la memoria que canta.