Tal como éramos

Siempre me han gustado las canciones que cuentan historias como las baladas, las coplas, los tangos y sobre todo los boleros. Pienso que es otra forma de hacer literatura y muchas son verdaderas obras de arte. En este punto recuerdo el famoso tango de Carlos Gardel ,Volver.

“Volver con la frente marchita, el paso del tiempo platearon mi sien. Sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada, que febril la mirada...” Para mi también veinte años no es nada, si considero que de casi todo lo que ha acontecido en mi vida, han pasado cincuenta. Y ahora, en el lugar del camino en el que me encuentro, me paro a mirar el trecho recorrido y veo que es ya bastante largo y que lo que va quedando es mucho menos.

Me detengo aquí para, con emoción contenida, dar las gracias a la vida por su generosidad y por haberme concedido el privilegio de abrir una nueva etapa que está siendo muy feliz, sobre todo porque no la vivo sola. Se nos ha regalado la oportunidad de continuar, cincuenta años después, y hacer realidad aquello que en su momento solo quedó en un intento.

Y regresamos al salón de baile, donde el paso del tiempo se hizo evidente. Los espejos de la pared ya no refulgían como antes, ni las imágenes que nos devolvieron nada tenía que ver con los que en su momento, fuimos. El suelo y sus colores blanco y negro lucían apagados y ya no resbalaban ni facilitaban el baile. Pero a pesar de ello lo hicimos mientras al unísono, tarareamos nuestra canción. Y

aquí se produjo el milagro porque nuevamente nos vimos TAL COMO ÉRAMOS. Y entonces recordé los versos de WILLIAM WORDSWORTH: “Aunque el resplandor que en otro tiempo fue tan brillante, hoy esté por siempre oculto a mis miradas. Aunque nada pueda hacer volver la hora del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores, no debemos afligirnos, porque la belleza subsiste siempre en el recuerdo...”

Carmen María Ferrera Gil