LA BRISA DE LA BAHÍA (260). Es un maltrato

“Es un maltrato verlo todos los días” ha dicho una de las víctimas de la dana de Valencia referido a su presidente autonómico. ¿Es Mazón (¿o Masón?) un impresentable de mucho cuidado que sus propios compañeros no se atreven a mover del sitio en que se ha pertrechado: parecen temerle y odiarle?

Actúa como un godo de manual y, además, se muestra como un mentiroso compulsivo. Esa es la diferencia entre políticos de aquí y de allá, donde reina todavía el interés de conquista y el afán del dinero. No sé qué tiene este hombre que no dimite. Bueno, se creerá que todavía añora relaciones nuevas o está con algunas copas de más y precisamente por eso no sabe cómo actuar. Ya se conoce que las bebidas las carga el diablo. Y las mentiras también.

Escribo en el preciso momento del primer aniversario de la triste tormenta. Y dice la prensa lo que dice. Se pueden manifestar todas las palabras que se quieran, donde tiene cabida cualquier pensamiento. Sin embargo, como ya nadie cree en las mentiras de ellos, las podrán pronunciar arriba y abajo y al revés: de cualquier manera, ya no representan la realidad vivida porque efectivamente le han dado muchas vueltas. O interpretaciones. Como dice la novela Las gratitudes, de la escritora francesa Delphine de Vigan (Boulogne-Billancourt, 1966), Anagrama, Barcelona, 2025: “su voz diáfana se cuela a través de la puerta”.

Y traspasa todo, como el agua tormentosa y sin sentido. Debe ser que por esa misma razón las mentiras tienen las patas muy cortas. Y si no que se lo digan “al macho Soria”, en palabras del tristemente desaparecido periodista Pepe Alemán, que también vivió el político realidades parecidas, aunque con otro tono y acento.

Por eso las palabras son las que son. Y así nos va.

De ahí que sus declaraciones sean para decir que “yo también estuve allí y no hice nada”.

Juan FERRERA GIL