¿Son seguras las plantas de biogás?

Cosme Vega Reyes

[Img #19674]Lo que enseñan los accidentes reales y por qué La Atalaya debe preocuparse

 

La futura planta de biogás prevista para La Atalaya se presenta como una instalación “moderna”, “segura” y de “riesgo moderado”. Sin embargo, cuando se analizan los accidentes reales ocurridos en plantas equivalentes en Europa, el panorama cambia: los riesgos existen, son conocidos y se repiten.

 

Este artículo resume de forma didáctica qué peligros están documentados, qué ha ocurrido en otras plantas que manejan los mismos residuos, y por qué La Atalaya no puede asumir estos riesgos junto a un barrio habitado.

 

¿Qué tipo de planta es y qué residuos maneja?

 

La planta de referencia (CONAGRICAN del grupo Félix Santiago Melián) trabaja con estiércol vacuno, restos vegetales, destríos de plátano y papaya, y otros residuos agroganaderos. Su capacidad máxima anual llega a 19.370 toneladas, generando una fracción líquida (digestato) superior a 25.000 toneladas al año (25 millones de litros).

 

Estos materiales —especialmente el estiércol líquido y el digestato— son altamente sensibles: fermentan, generan gases explosivos (metano), producen lixiviados y requieren depósitos de gran capacidad. Precisamente en estos depósitos es donde históricamente se han desencadenado los peores accidentes en plantas de biogás.

 

¿Qué tipo de accidentes son frecuentes en plantas de biogás?

 

Los incidentes más comunes en instalaciones similares son:

 

A) Derrames masivos de líquidos (digestato, purines, estiércol)

 

Este es uno de los riesgos más graves. Y está ampliamente documentado.

 

Los siguientes accidentes muestran volúmenes derramados de millones de litros, exactamente el mismo tipo de sustrato que gestionaría la planta de La Atalaya:

 

  • Grosskayna (Alemania): explosión o deflagración → 14 millones de litros de estiércol líquido vertidos.
  • Harper Adams University College (Reino Unido): fallo en tanque de digestión anaerobia → 8 millones de litros de digestato.
  • Zehdenick (Alemania): fuga en depósito → 2,5 millones de litros de estiércol líquido.
  • Bad Bramstedt (Alemania): tanque defectuoso → 2 millones de litros derramados.
  • Unterkorb (Alemania): rotura de conducción → 1 millón de litros de líquido de fermentación vertidos en un arroyo.

 

La equivalencia es directa: las plantas que manejan estiércol y digestato sufren accidentes recurrentes, y las cantidades derramadas son similares o muy inferiores al volumen almacenado por instalaciones como la prevista en La Atalaya.

 

 B) Explosiones y deflagraciones de gas metano

 

El metano, si se acumula y entra en contacto con una fuente de ignición, puede generar una explosión. Este no es un riesgo teórico. Es recurrente en plantas de biogás con digestores y cubiertas de gasómetro como las del proyecto que nos ocupa.

 

Ejemplos notorios:

 

  • Riedlingen (Alemania): explosión → daños de un millón de euros; estiércol y escombros lanzados a cientos de metros.
  • Ebstorf (Alemania): explosión durante mantenimiento → incendio y destrucción de la tapa de un contenedor de biogás.
  • Lauchhammer (Alemania): explosión → dos heridos, uno grave.
  • Altenstadt (Alemania): deflagración → combustión de decenas de miles de metros cúbicos de gas metano.

 

En todos estos casos, el patrón es el mismo: una mezcla explosiva de metano en espacios cerrados o parcialmente cubiertos.

 

La planta prevista para La Atalaya incorpora:

 

  • motores de cogeneración,
  • antorcha de biogás,
  • digestores con doble membrana.

 

Todo ello implica zonas ATEX, es decir, espacios donde es posible la formación de atmósferas explosivas. Y estos son justamente los elementos donde han ocurrido las explosiones documentadas.

 

¿Por qué estos accidentes son relevantes para La Atalaya?

 

Porque las condiciones técnicas son comparables y, en algunos aspectos, idénticas:

 

  • Mismos tipos de residuos: estiércol, purines, digestato.
  • Mismo proceso: digestión anaerobia.
  • Mismo tipo de infraestructuras: tanques de gran capacidad, cubiertas de gas, conducciones de sustratos líquidos.
  • Mismo riesgo identificado: posibilidad de explosión, fuga o derrame.

 

La propia evaluación del proyecto CONAGRICAN reconoce que los riesgos por accidente o catástrofe son “moderados” antes de medidas preventivas, y que existe vulnerabilidad frente a fugas de aguas residuales, roturas, explosiones y derrames.

 

Es decir: los riesgos no son hipotéticos, están reconocidos técnicamente y han ocurrido en instalaciones comparables.

 

¿Qué supone esto para un barrio habitado como La Atalaya?

 

En la planta que se pretende instalar un La Atalaya tiene como elemento diferencial, que aumenta el riesgo, la escasa distancia al núcleo de población. Los accidentes mencionados se produjeron en zonas agrarias o industriales. Pero trasladarlos a un barrio con miles de vecinos implica un impacto completamente diferente:

 

a) Derrame masivo → riesgo directo

 

Un vertido de millones de litros en La Atalaya llegaría:

 

  • a la red de barrancos,
  • al entorno agrícola,
  • a Roque Prieto (zona de baño y agua que luego desalinizamos para consumo humano)
  • y al subsuelo.

 

Los digestatos contienen nitrógeno, amonio y microorganismos. No es un derrame “inocuo”.

 

b) Explosión → onda expansiva y proyección de materiales

 

En Riedlingen, estiércol y fragmentos se lanzaron a cientos de metros.

 

En La Atalaya, eso equivaldría a afectar:

 

  • casas,
  • el campo de fútbol,
  • el colegio,
  • y cualquier actividad en la plaza o zonas cercanas.

 

c) Riesgo crónico

 

Son los que hemos destacado hasta ahora: olores, emisiones de H₂S, gases, ruidos de la cogeneración, tránsito de camiones…

 

Todo eso altera la calidad de vida de un barrio, no de un polígono industrial.

 

Conclusión: los ejemplos reales dejan claro que el riesgo existe

 

Las plantas de biogás pueden ser útiles en zonas rurales amplias o alejadas de población, pero no son instalaciones seguras per se. Los accidentes documentados —muchos con daños multimillonarios, vertidos masivos o explosiones— demuestran que:

 

  • los fallos ocurren,
  • los depósitos se rompen,
  • los digestores pueden explotar,
  • los vertidos de millones de litros son relativamente frecuentes,
  • y las consecuencias dependen de la distancia a las personas.

 

La futura planta de La Atalaya comparte los mismos elementos técnicos que las que han sufrido estos incidentes. No es una planta sin riesgo: es una instalación industrial con potencial de causar daños graves si algo falla.

 

Y en un barrio de 4.000 habitantes, ese riesgo no es aceptable.

 

Cosme Vega Reyes

Plataforma Stop Biogás en La Atalaya

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