Arucas: donde la vida florece entre la piedra y el mar

Juan Jesús Facundo

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A menudo me preguntan, tanto aquí como fuera de Canarias, qué tiene Arucas. La respuesta podría ser rápida y sencilla: una iglesia imponente, un ron famoso, la fábrica de pastas y chocolates La Isleña empresa centenaria junto a Destilerías, la fábrica de Galletas Bandama, una costa preciosa. Y aunque todo eso es cierto, sería quedarnos en la superficie de una postal. Para mí, que he crecido en sus calles y que ahora tengo el honor de servir como alcalde, Arucas es, por encima de todo, un lugar donde la vida tiene una calidad especial. Es un equilibrio perfecto entre la historia que nos ancla y el futuro que nos ilusiona.

La ventaja de estar en el corazón de todo

 

Una de las grandes virtudes de Arucas es su perfecta ubicación. Estamos a un suspiro de la capital, Las Palmas de Gran Canaria, lo que nos da acceso a todas las ventajas de una gran ciudad, pero hemos sabido conservar la esencia y la tranquilidad de un municipio con identidad propia. Esa conexión, reforzada por vías modernas, nos permite trabajar en la capital y volver a casa para disfrutar de una paz que no tiene precio.

 

Pero Arucas no es una ciudad dormitorio. Al contrario, bulle de vida. Tenemos servicios públicos de primera, centros educativos, instalaciones deportivas y una actividad cultural y comercial que no cesa. Hemos crecido mucho y seguimos en ello con orden, pensando en las personas, creando espacios para la convivencia y asegurando que el progreso no deje atrás nuestras tradiciones. Aquí, los niños todavía juegan en las plazas y los vecinos se saludan por su nombre. Esa es nuestra mayor ventaja.

Un paseo por mis rincones favoritos

 

Si tuviera que llevar a un amigo a conocer la verdadera alma de Arucas en un día, nuestro paseo sería intenso y lleno de contrastes.

 

Empezaríamos, cómo no, a los pies de nuestra Iglesia de San Juan Bautista. Más que una iglesia, es el corazón de la ciudad. Yo la llamo la «Catedral» no por su rango, sino por su majestuosidad. Hecha con la piedra azul de nuestras propias canteras, es un monumento al tesón de los labrantes de Arucas. Verla iluminada por la noche, o recortada contra el cielo azul, es un espectáculo que nunca cansa.

 

Desde allí, nos perderíamos por el casco histórico, caminando sin prisa por sus calles adoquinadas. Nos detendríamos en la Plaza de la Constitución para tomar un café, admirando la belleza de la Casa Consistorial y la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, un edificio que simboliza la importancia del agua en nuestra historia agrícola.

 

Por supuesto, una parada obligada sería la Destilería Arehucas. Es parte de nuestro ADN. Conocer su bodega, con esas barricas firmadas por personalidades de todo el mundo, es entender cómo el aroma de la caña de azúcar ha llevado el nombre de Arucas por todo el planeta.

 

Y para buscar un remanso de paz, nos escaparíamos al Jardín de la Marquesa, un oasis botánico que esconde especies de los cinco continentes. Un lugar mágico para desconectar.

Un gimnasio al aire libre: Arucas en movimiento

 

Mi gran pasión es el ciclismo, y Arucas es un punto de partida inmejorable para cualquier aficionado. Desde aquí puedes elegir tu propia aventura: o bien llanear por la costa, disfrutando de la brisa marina, o bien aceptar el reto de las subidas hacia el interior de la isla, como la carretera que nos une con Teror, donde cada pedalada de esfuerzo se ve recompensada por unas vistas espectaculares.

 

Pero no solo de ciclismo vive Arucas. Nuestra costa es un hervidero de actividad. El paseo marítimo que une El Puertillo con Los Charcones es el lugar perfecto para correr, caminar o simplemente pasear al atardecer. Y nuestras piscinas naturales, Los Charcones, son el lugar ideal para darse un chapuzón revitalizante en el Atlántico. En días de buen oleaje, se convierte en un punto de encuentro para surfistas y bodyboarders, llenando la costa de energía joven y saludable.

 

Además, nuestra red de caminos reales y senderos es una invitación a calzarse las botas y descubrir el paisaje rural del municipio, las fincas de plataneras y las vistas panorámicas desde la Montaña de Arucas, desde donde se puede contemplar toda la comarca norte en su esplendor.

 

En definitiva, Arucas es una ciudad para vivirla con los cinco sentidos. Es un lugar que te acoge con la solemnidad de su piedra y te refresca con la energía de su mar. Es historia y es futuro. Es trabajo y es ocio.

 

Te invito no solo a que nos visites, sino a que la vivas como la vivimos nosotros: con pasión, con alegría y con el orgullo de pertenecer a un lugar excepcional. Aquí tienes tu casa.

 

Juan Jesús Facundo Suárez, alcalde del Ayuntamiento de Arucas

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