Yo, a mi cuerpo

Carmen María Ferrera Gil

[Img #33043]“Yo, a mi cuerpo” es el título de un soneto del poeta aruquense Domingo Rivero González, a cuya obra vuelvo de vez en cuando y que siempre logra conmoverme tanto o más que la primera vez que la leí, entre otras cosas por su humanidad,y por su tratamiento del dolor humano.

 

Los primeros versos de su soneto dicen:

“ ¿Por qué no te he de amar, cuerpo en que vivo?

¿ Por qué con humildad no he de quererte?

Si en ti fui niño y joven, y en ti arribo,

viejo, a las tristes playas de la muerte?”

 

Esta poesía constituye el marco perfecto para expresar a través del presente artículo, las reflexiones que su nueva lectura me sugiere.

 

A nadie se le esconde que vivimos inmersos en una sociedad en la que existe un culto exagerado a la apariencia física y al cuerpo. La moda ha establecido unas medidas, unos cánones y unos patrones de belleza terriblemente crueles y esclavizadores, en lo que lo correcto es la extrema delgadez. Ello ha llevado a muchas jóvenes y adolescentes, por intentar ajustarse a dichos patrones, a enfermar de anorexia o de bulimia, con las terribles consecuencias que todos conocemos.

 

Nuestro cuerpo alberga al SER que somos, y por tanto no somos nuestro cuerpo;tenemos un cuerpo.

 

Si experimentamos esto, vamos a cuidarlo natural y espontáneamente, alimentándolo en la justa medida; no agrediéndolo comiendo en exceso, o no comiendo; queriéndolo incondicionalmente y aceptándolo tanto en la juventud, cuando está sano y fuerte y no tiene arrugas ni canas, como en la madurez, cuando éstas empiezan a aparecer; o cuando en la vejez vemos mermadas nuestras facultades físicas; o cuando nos vamos acercando a las “PLAYAS DE LA MUERTE” como dice el poeta.

 

Debemos amar nuestro cuerpo sea como sea y por encima de modas o de patrones impuestos; cuidarlo cuando enferma, asumiendo la parte de responsabilidad que nos concierne, colaborando con los médicos para que sane.

 

Podemos quitarnos los kilos que nos sobran siendo nosotras mismas las que establezcamos nuestro modelo y nuestra medida, y no permitiendo que nadie desde afuera nos las impongan o interfiera. Podemos elegir, debemos elegir ser siempre nosotras mismas sabiendo que sea cual sea el cuerpo que tengamos, lo que importa es el SER que somos, y éste no es, ni joven ni viejo; ni gordo, ni flaco; ni alto, ni bajo; ni feo,ni guapo. Simplemente ES.

 

Carmen María Ferrera Gil

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