El purismo estadounidense que debe imitar España

Nicolás Guerra Aguiar

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El Colombiano (octubre/22), estimado lector, sorprende con un llamativo reportaje sobre el sistema educativo de Estados Unidos: “Estaría atravesando por un periodo de fuertes restricciones a la literatura”.

 

Y como el periodista firmante sabe de su impacto, recurre a un ardid lingüístico: utiliza la forma condicional “estaría”. Tal variante verbal “puede introducir una situación hipotética en gran número de construcciones” (RAE, Esbozo de una nueva gramática [...]). Así, el autor ni asevera ni da como concluyente un supuesto. Pero siembra dudas, sospechas. Puede convencer a algún lector de que en varios estados USA cuatro mil títulos están prohibidos en las aulas. Entre ellos, uno de los grandes templos de la narrativa en lengua española, Cien años de soledad (denuncia social, imperialismo). Pero no viene solo: lo acompaña El amor en los tiempos del cólera (“Amor del alma de la cintura para arriba y amor del cuerpo de la cintura para abajo”, “excitante”). Se trata del suramericano Gabriel García Márquez.

 

Consecuentemente, podría sospechar que aparte de algunas cuestiones ideológicas presentes en ambas novelas, construcciones puritanamente “malsonantes” y la condición colombiana del autor, tal restricción libresca estaría relacionada con una de las enfermizas obsesiones del presidente Trump: el imposible Premio Nobel de la Paz (2025). Porque García Márquez recibió el de literatura, universal distinción negada a quien se corona como rey del Universo.

 

Nada me extrañaría, pues, que el próximo escritor en caer bajo la ira del presidente y expulsado también de aulas y librerías (valdría el pretexto de lenguaje pornográfico) sea -¿casualidad?- otro premio nobel de literatura, el chileno Pablo Neruda, autor de Veinte poemas de amor […]: “Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos”; “Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta”. Sumémosle las “desvergüenzas eróticas” en Versos del capitán: “Mis pies tocan tus pies y mi boca tus labios”; “Hoy el mar tempestuoso / nos levantó en un beso / tan alto que temblamos / a la luz de un relámpago / y, atados, descendimos / a sumergirnos sin desenlazarnos”.

 

Y como no hay dos suramericanos sin tres (y escriben en español), cito al también premio nobel Mario Vargas Llosa, cuya novela La fiesta del Chivo arremete contra dictadores y también atenta contra el “pudor lingüístico” impuesto por mentes inmaculadas. Así, destaco: gobierna la República Dominicana un tirano a quien pretenden derrocar... a pesar de haber sido condecorado por Pío XII. Más: incluye “vulgarismos” léxicos como “la vieja pendeja” (no añado, por pudor, voces como “coño, leche [‘semen’], cojones...”). Y desestabilizarían la puritana Cruzada Moral las escenas de Pantaleón y las visitadoras, que serían catalogadas como obscenidades: preocupan al Estado Mayor del Ejército peruano los denunciados contactos amatorios entre miembros de la tropa destinada en la selva... y monas.

 

De ahí el envío de “visitadoras”. A fin de cuentas se trata de naturales y eróticas efervescencias de jóvenes soldados dominadas por sus veintipocos años y el clima selvático, incitador, enardecedor y enfervorizador. (Nada dicen los documentos oficiales sobre quiénes ligan a quiénes, si las provocadoras monas a los aguerridos Rambos o estos, por su condición masculina, erotizan y desarretan pasiones juveniles, pues ya se sabe lo que son las cosas del sexo a bajas edades y forzadas soledades… entre varones.

 

Y como el “estaría” citado al comienzo (ni niega ni afirma) permite alimentar la imaginación, recuerdo unos versos de Juan Goytisolo (de “El lobito bueno”). Estos me van a permitir subvertir, alterar el orden establecido en la información periodística: “Érase una vez/ un lobito bueno/ al que maltrataban/ todos los corderos. / Y había también/ un príncipe malo,/ una bruja hermosa/ y un pirata honrado./ Todas esas cosas/ había una vez/ cuando yo soñaba/ un mundo al revés”.

 

Pues bien. En el sueño de antier sufrí las narcosis nocturnas del lobito y los malvados corderos... !y tuve alucinaciones!: Trump no es un mal señor; sí algo histérico, jeringón y jodelón (con perdón), pero un ser humano como nosotros; el gobierno de Israel busca la implantación de la paz en Gaza y Cisjordania; Hamás es un grupito de monifatos quinceañeros, chiquillajes sin tino ni capacidad intelectual para valorar sus comportamientos... (Juro solemnemente que no hubo LSD por medio ni psicotrópicos que me transformaran la personalidad tras iniciar el descanso una vez recitado aquello de “Cuatro esquinitas tiene mi cama, / cuatro angelitos que me acompañan”, recuerdo de infancia. Tampoco un porrito o canutito, ¿oíte, nenel? ¡Chaaacho, tíooo, créeme!)

 

Durante ese incalculable tiempo imaginé a la asociación PEN América (El Colombiano reproduce su informe) como el abismo en la Tierra para la humanidad, algo así como “El infierno son los otros” sartriano (es decir, los condicionantes que aquellos nos imponen y a veces no nos dejan ser nosotros mismos). Se presenta cual organización defensora de la libertad de expresión y los derechos humanos, obsesivas y *psiquiatrizables paranoias de los satánicos comunistas.

 

PEN América venía a ser algo puramente testimonial, uno de los últimos nidos de rojos marxistas, degenerados con que cuenta la cada vez más ilegítima izquierda, la que engaña a personas fracasadas, intelectualmente frustradas, *enfermizamente envidiosas del imparable camino hacia la pureza del gobierno USA. Este, sus casi divinas verdades y el noble planteamiento del capitalismo liberal radicalizado defienden la quintaesencia, la sublimación celestial bendecida por los dioses.

 

¿Qué buscaría PEN América? Pues, en apariencia, la libertad. Pero... solo para los varones (el feminismo es un invento de Belcebú para trastornar el orden natural, siempre bajo la protectora mirada y autoridad del macho macho de pelo en pecho,así definido en mi cada vez más *nebulosada juventud. Con eso y mi elevada lista de decenios ya les digo todo).

 

Y el remate: incluso me soñé como profesor inquisidor, ¡puñetero subconsciente! Además, en mi condición de lobito fantaseé que también España necesita una purga en aulas y estanterías. Cervantes la recomendó cuando el barbero y el cura de El Quijote discuten sobre qué obras guardadas por Alonso Quijano pueden conservarse y cuáles llevadas a la hoguera. Yo incluía al Arcipreste de Hita (Libro de Buen Amor), Fernando de Rojas (La Celestina), María de Zayas (Novelas amorosas y ejemplares), Pérez Galdós y su tríada anticlerical (no antirreligiosa), Cela (El cipote de Archidona, Diccionario secreto), Valle-Inclán (Luces de bohemia), Pérez de Ayala (Belarmino y Apolonio), Antología Cercada... Todos y muchos más al fuego, así ordenaban el Índice de Libros Prohibidos, la Santa Inquisición.

 

(Tras el trauma, consuela saber que también Goytisolo sufrió las narcosis nocturnas como lobito bueno. ¡Por mi madre que más nunca volveré a cenar potaje de coles, cochino y pella de gofio regados con mojo laputalamadre!)

 

Nicolás Guerra Aguiar

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