
Aunque la imagen resulte recurrente e idílica, Las Canteras viene a ser algo así como el termómetro que mide la temperatura isleña.
Esa nube que incide sobre la playa no impide, sin embargo, que el sol ilumine la arena, donde un tranquilo domingo, amén de la manifestación que se avecina, Canarias tiene un límite, sirve para sosegar la realidad inmediata y devolver la mirada que nunca debemos perder, más que nada porque la tranquilidad es algo que debería prevalecer por encima de todo. Da igual que los políticos no miren: se han convertido en una casta difícil de erradicar y parece que forman parte del problema: manejan un idioma de difícil comprensión y que solo entienden ellos.
Siempre, sinceramente creemos, habrá una playa que significará mucho más.
Juan FERRERA GIL
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