Alquimia
Hay obras de teatro que nos devuelven la fe en el arte. "Libros cruzados", del dramaturgo palmero Antonio Tabares, que rinde un homenaje bellísimo e inteligente a "Ana Karenina", es una de ellas. A través de la historia de tres mujeres que se encuentran, por azar, con un ejemplar de la novela, la obra lleva a escena los grandes temas que nos habitan: el amor y el deseo, la fidelidad, la sociedad y la hipocresía, la maternidad y la familia, el sentido de la vida, la creatividad, los círculos del tiempo. Y muy especialmente, la libertad y el destino.
Hay algo conmovedor en la historia de esta obra: Tabares la escribió hace doce años, pero no pudo ser montada hasta ahora. La oportunidad llegó con el cuarenta aniversario de la compañía tinerfeña Delirium Teatro, que la ha llevado a escena con un elenco formidable y una dirección que honra cada palabra del texto. Hay piezas que esperan su momento, como si supieran cuándo están listas para encontrar su público ideal.
El teatro posee una alquimia única: la capacidad de crear mundos completos con elementos mínimos. En "Libros cruzados" presenciamos esa maravilla cotidiana del arte escénico donde bastan pocos elementos para que el espectador sepa que los personajes están en una habitación sin que el escenario sea una habitación. Es esa complicidad entre actores y público, esa conspiración de la imaginación, lo que convierte al teatro en un arte tan íntimo y poderoso. Porque el teatro siempre parte de una certeza: el espectador es lo bastante inteligente como para ver lo que no está, y lo bastante libre como para imaginarlo todo.
La obra es también un homenaje a los libros, a la lectura como proceso transformador. Las tres protagonistas cambian su actitud ante la vida a medida que avanzan en la novela de Tolstói. La lectura les abre ventanas hacia paisajes internos inimaginables, y nosotros, espectadores, somos testigos privilegiados de esa metamorfosis gradual. Es conmovedor presenciar cómo la literatura opera esa magia de hacernos sentir menos solos en nuestras luchas más íntimas. Especialmente brillantes resultan las escenas de intertextualidad donde los personajes leen y los espectadores podemos ver representado en escena el fragmento que se despliega en la mente de la lectora. Es hacer visible lo invisible, mostrar ese teatro interior que se enciende cuando leemos. La frontera entre la ficción que leen los personajes y la realidad que viven se difumina en un juego de espejos literario precioso.
El book crossing se convierte en metáfora poética del azar. Esos libros que viajan de mano en mano, apareciendo en el momento justo en la vida de quien los necesita, como si tuvieran vida propia, una voluntad misteriosa de encontrar a sus lectores ideales. Que sea precisamente "Ana Karenina" el libro errante que transforma vidas añade una carga simbólica hermosa: el poder eterno de las grandes obras para seguir irradiando su influencia a través del tiempo y el espacio.
Hay momentos en la obra que alcanzan una intensidad emocional desgarradora. La escena del abrazo entre el joven con parálisis y el viejo enfermo, cuando este se entera de que su compañero de internado había intentado quitarse la vida, es de una humanidad que estremece. Dos fragilidades que se reconocen, dos soledades que se abrazan en la comprensión más profunda. Ese abrazo hospitalario contiene toda la paradoja del amor y el dolor como experiencias simultáneas, inseparables. Es el teatro en su capacidad más pura de capturar la verdad absoluta: dos seres humanos que se encuentran en su vulnerabilidad más desnuda, sin palabras que alcancen, solo el gesto que contiene todo el dolor y toda la ternura del mundo.
"Libros cruzados" es un acto de amor literario: crear una obra nueva para celebrar una lectura que te ha marcado. Es una forma sofisticada de crítica literaria, pero hecha desde la emoción y la creación, no desde el análisis frío. Tabares no explica por qué "Ana Karenina" es importante; lo demuestra haciendo que transforme vidas en escena.
Al final, lo que permanece es la certeza de haber vivido una experiencia que nos ha hecho más inteligentes, más sensibles, más humanos. El teatro en su esencia más pura: convertir ideas en emociones, pensamientos en experiencias vivas. Esa capacidad única de hacernos reflexionar sobre nuestra propia existencia mientras nos emocionamos con historias ajenas que, al final, son también nuestras. Porque al salir del teatro, plenos de satisfacción y emociones, llevamos dentro esa pregunta fundamental que se formula en la obra, quizás la más trascendental de todas, y que late como un corazón nuevo: ¿cuánto hemos amado?
"Libros cruzados" no es solo una obra excelente: es la demostración de que Antonio Tabares es el mejor dramaturgo actualmente de Canarias, y uno de los mejores escritores contemporáneos que ha parido este archipiélago. Su capacidad para tejer referencias literarias, intertextualidades, reflexiones filosóficas y momentos de humanidad pura en una sola obra trasciende lo local para hablar de lo universal, que es precisamente lo que hacen los grandes escritores. Que él mismo haya confesado que, si tuvieran que recordarle por alguna de sus obras, le gustaría que fuera por esta, no hace sino confirmar que estamos ante un texto fundamental de la dramaturgia canaria.
El teatro celebrando los libros y los libros alimentando el teatro. ¡Qué círculo tan bonito y tan necesario!
Javier Estévez

































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