
La calle peatonal y lagunera quedaba dividida en dos mitades en aquella mañana de un sábado de mayo: “sol y sombra”: cada uno elige por dónde ir.
Después del agradable y ligero desayuno nos aventuramos a pasear, una vez más, por las calles en las que los viandantes se dirigían a distintos destinos: unos elegían de compañero al sol y otros a la sombra, que siempre parecía dispuesta a proteger. Pero solo es una interpretación. Por el punto de vista de la imagen, elegimos la sombra en aquel tramo de la mañana lagunera, que se adivinaba en el agradable encuentro que se produciría más tarde.
El reencontrarse con los amigos de la carrera siempre tiene su aquel, donde el “sol y la sombra” se combinan en perfecto equilibrio.
Juan FERRERA GIL
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