Madurar nos hace hipócritas

La percepción sobre la música y el respeto entre generaciones revela contradicciones en la madurez y enjuiciamiento de los adultos hacia los jóvenes.

Zeneida Miranda Suárez Sábado, 30 de Agosto de 2025 Tiempo de lectura:

Soy una persona a la que le cuesta muchísimo salir a hacer deporte. Así de claro, no me oculto. Hace unos meses desarrollé un problema de vértigo constante que me produjo una pérdida de equilibrio. Siempre camino como si flotara o anduviera en un barco. Después de verme muchos médicos, una dio con la clave del problema, me explicó el motivo y me dijo que, para restablecer el equilibrio, debía caminar, al menos tres veces por semana. “Pero ¿cómo? ¡Si me mareo con dar dos pasos!”- pregunté- A lo que ella respondió: “Poco a poco, intervalos cortos y te sientas a recuperar” Y así es como, me tuve que echar a la calle, (a la avenida de una playa para ser exactos) y dar pequeños paseos. Cinco minutos y sentar, diez minutos y sentar…y así he conseguido llegar a ¡casi 40 minutos sin marearme! Todo un logro.

 

Se preguntarán porqué les cuento mi vida, simplemente por contextualizar. Lo que decía, me cuesta muchísimo cualquier deporte y caminar más aun porque es aburridísimo, entonces, me pongo mis auriculares y escucho música para animarme y distraer la mente de lo que estoy haciendo.

 

De normal, mi repertorio musical es de baladas, pop…cosas tranquilitas, pero claro, si lo que quiero es animarme, como que la playlist de Carlos Rivera no es la más indicada. Así que decidí tirar de la música que escuchaba de más joven, esa que ponían en discotecas, en verbenas y que sonaba en nuestros discmans antaño. Escribo en el buscador de Spotify: reguetón antiguo. Y ahí están: Don Omar, Daddy Yankie, Calle 13… ¡Uy, esta música molaba y no como el reguetón de ahora!

 

He de decir que animar para caminar, animan, pero me di yo sola un bofetón de realidad.

 

“Dale, papi que estoy suelta como gavete”

“Tranquila chiquilla que hoy vas a ser mía, el Don te desafía….”

“Hay una fila de charlatanes pa´darte fuerte”….

 

¿Pero esto qué es? ¿Qué dice este hombre? ¿Yo escuchaba esto? Hablo de 2003, ósea con 20 años…¿oía esto? Porque ahora se me está friendo el cerebro.

 

Cambio canción asombrada. Solo un año después, en 2004, Daddy Yankie canta esto de:

 

“Zúmbale mambo pa' que mi gata prenda lo' motore'
Zúmbale mambo pa' que mi gata prenda lo' motore'
Zúmbale mambo pa' que mi gata prenda lo' motore'
Que se preparen que lo que viene es pa' que le den (duro)”

 

Flipando me digo a mi misma: “bueno, cambia de género, el reguetón parece haber sido igual desde tiempos inmemoriales” Música de verbena, tecleo esta vez y lo primero que me encuentro es a Elvis Crespo cantando:

 

“Hazte un tatuaje, debajo del ombligo con una flechita, que diga que eso es mío”.

 

¡No puede ser! ¿Y eso me parecía a mí (y a todos) normal?

 

Pero mi investigación musical no quedó ahí, he de decir que el paseo por la playa sí, empecé a marearme ya no sé si por mi problema de equilibrio o por el tremendo sentimiento de hipocresía que crecía en mi interior. Ya en el coche, pongo música aleatoria, copla para ser exactos. Y me sale, la gran Rocío Jurado cantando eso de “es un gran necio, un estúpido engreído, egoísta y capricho…” o “hace tiempo que no siento nada al hacerlo contigo…” Aun recuerdo el revuelo que se armó, y todas las voces que se alzaron en contra de Shakira hace dos años, cuando en su sesión con Bizarrap le cantó a su ex una serie de lindezas. ¡Pero si eso ya lo hacía la Más Grande hace 45 años años! Y como olvidar a la grandísima Paquita la del Barrio y su rata inmunda.

 

Vamos, que lo de las letras subidas de tono e insultando a los ex data de muchos años atrás, pero es ahora cuando nos escandalizamos con el contenido de las canciones modernas (hablo de letras, no de música que eso ya es otra historia), ¿somos entonces los adultos unos hipócritas? ¿Es cierto que no recuerda la gallina cuando fue pollo?

 

Esto me lleva a profundizar también en otro aspecto, el del respeto. Sí, sí, mucho se habla del respeto a los mayores, pero, ¿los mayores respetan a los jóvenes? He visto a gente mayor hablar y tratar de manera muy déspota y soberbia a chavales de veinte y luego desplegar toda su simpatía con otros de cuarenta. ¿Dónde está la diferencia? ¿En los años? El respeto tendría que ser algo mutuo, de arriba abajo y de abajo arriba.

 

No sé qué pensarán ustedes, pero yo, siento que a medida que vamos cumpliendo años, nos vamos volviendo un poco hipócritas, que criticamos cosas que también hacíamos en “nuestra juventud” y que no respetamos opiniones o gustos de otros solo porque son más jóvenes.

 

Tal vez no sea hipocresía, sino que cuando la senectud empieza a respirarnos en la nuca, vamos perdiendo la memoria y prestando más atención a las letras de las canciones que antes solo nos divertían y hacían bailar.

 

Zeneida Miranda Suárez

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