
Cuando los lugares estudiados en su momento se verifican, descubrimos que la vida es igual en todos ellos: transcurre al mismo paso que la nuestra en los espacios propios. Entonces todo resulta distinto: lo que era una simple palabra en un texto, Baeza, se materializa y se dispone a convivir como los demás sitios. Entonces comprendimos aún más el valor de cada palabra y lo que verdaderamente encierra: un sinfín de aventuras normales y cotidianas que nos devuelve el tiempo. Yo no sé si la Historia se repite, pero sí nos atrevemos a asegurar que la existencia vale la pena y que los lugares vividos son auténticos: han dejado de ser simples palabras. Por eso la vida se ha abierto paso.
Juan FERRERA GIL
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