
El Grupo Félix Santiago Melián (FSM) ha construido durante décadas una imagen de empresa sólida y cercana, vinculada al desarrollo de nuestro municipio y de toda la comarca. Nadie puede negar la importancia de sus actividades en el ámbito de la construcción, la agricultura y otros servicios. Precisamente por eso, nos resulta incomprensible su insistencia en promover una planta de biogás en las inmediaciones del barrio de La Atalaya, en Santa María de Guía.
Se trata de un proyecto que no solo contradice las legítimas demandas de la población local, sino que supone un riesgo innecesario para la salud, el bienestar y el futuro de miles de vecinos. Y lo que es más grave: amenaza con romper los lazos de confianza entre la empresa y la comunidad.
Responsabilidad social y buena vecindad
El Grupo FSM conoce bien lo que significa vivir y trabajar en un entorno pequeño como el nuestro: la buena vecindad no es un eslogan, sino un principio de convivencia que ha permitido a las empresas locales prosperar y contar con el apoyo de su gente. Ignorar la voz unánime de los vecinos sería un error estratégico de primer orden.
En tiempos en los que las empresas son evaluadas no solo por sus balances económicos, sino también por sus criterios ESG (medioambientales, sociales y de gobernanza), la decisión de insistir en un proyecto rechazado por la ciudadanía les colocaría en el lado opuesto de la responsabilidad social empresarial.
La diferencia entre un empresaurio y un empresario moderno está justo ahí. El empresaurio piensa solo en beneficios inmediatos, se escuda en que “cumple con la ley” y actúa como si la gente no tuviera voz. El empresario moderno sabe que su negocio no puede ir contra la comunidad donde trabaja. Escucha, dialoga, busca el bien común y entiende que la sostenibilidad no es un adorno, sino la base de su supervivencia.
Hay algo que muchos olvidan: cuando una comunidad siente que una empresa la perjudica demasiado, no se queda quieta. La gente se organiza, protesta, moviliza y puede llegar incluso a organizar boicots. Es decir, dejar de consumir o usar los servicios de esa empresa para castigarla por sus malas prácticas. Hoy, con las redes sociales y la facilidad para difundir información, la reputación de una empresa puede hundirse muy rápido si la comunidad se siente maltratada.
La historia empresarial está llena de ejemplos de compañías que no escucharon a tiempo y pagaron un alto precio en reputación y legitimidad. Hoy, con las redes sociales y la vigilancia ciudadana, ese coste es aún mayor y más inmediato.
• Amazon tuvo que renunciar a instalar su macro-sede en Nueva York tras la oposición de los vecinos que denunciaban gentrificación y falta de transparencia.
• TC Energy canceló el oleoducto Keystone XL en Norteamérica tras la resistencia de comunidades indígenas y movimientos sociales.
• Rio Tinto vio paralizada su mina de litio en Serbia después de una ola de protestas ciudadanas.
• Tesla, en Alemania, se vio obligada a reducir su consumo de agua y modificar su proyecto de fábrica ante la presión de los habitantes locales.
• Newmont en Perú y Dalradian Gold en Irlanda del Norte también tuvieron que suspender o reformular proyectos tras la oposición social.
Todos estos son ejemplos de empresas mucho más grandes y potentes que el Grupo FSM, por lo que no cabe despreciar el movimiento ciudadano que se ha levantado en torno a su proyecto de planta de biogás.
El denominador común es claro: cuando las comunidades locales dicen “no”, las empresas que persisten en la confrontación pierden. Las que escuchan, rectifican y dialogan, en cambio, encuentran nuevas oportunidades y fortalecen su legitimidad.
El Grupo Félix Santiago Melián debería tomar nota. Su forma de gestionar el proyecto de la planta de biogás en La Atalaya no refleja escucha ni compromiso real, sino imposición y maquillaje verde. Eso no es ser un empresario moderno, es quedarse en empresaurio. Y seguir así tiene consecuencias: pérdida de confianza, rechazo social y, al final, proyectos paralizados.
Un momento para demostrar altura empresarial
Grupo Félix Santiago Melián, aún están a tiempo. Este no es un pulso entre una empresa y un barrio; es un punto de inflexión que definirá su legado. La Atalaya, Santa María de Guía y el norte de Gran Canaria no olvidarán si una empresa local decide actuar de espaldas a su gente.
Rectificar no es un signo de debilidad, sino de inteligencia y sensibilidad social. Ustedes podrían transformar esta crisis en una oportunidad: apostar por proyectos sostenibles de verdad, dialogar con la comunidad y demostrar que el beneficio económico nunca puede estar por encima de la salud, la seguridad y la dignidad de las personas.
El mundo está cambiando. Las empresas que no se adapten quedarán atrás. La verdadera transformación empresarial no consiste en aparentar, sino en asumir que sin la comunidad y sin respeto al entorno, no hay futuro posible.
La Atalaya ya ha demostrado que sabe organizarse, defenderse y hacerse escuchar. Confiamos en que el Grupo FSM también sabrá escuchar y actuar en consecuencia.
Plataforma Stop Planta de Biogás en La Atalaya
Gaumet Javier Martín García. | Lunes, 25 de Agosto de 2025 a las 15:57:27 horas
Vaya¡¡¡, mira los que hablaban que que en el comunicado del Grupo FSM se había recurrido al "sentimentalismo", jejejejejej, si leen esto es sentimiento puro y duro.... "nunca digas, de este agua no beberé" o "No escupas hacia arriba que te cae hacia abajo". This is the end.
Accede para votar (0) (0) Accede para responder