Rutinas

Diseñar rutinas junto a los niños fomenta su autonomía, reduce conflictos diarios y fortalece la convivencia familiar.

Haridian Suárez Vega Miércoles, 06 de Agosto de 2025 Tiempo de lectura:

Ayyy las rutinas. Tan malentendidas por unos y tan poco valoradas por otros.

 

Hay familias en las que las rutinas diarias son igual a rigidez, imposición de los adultos y un sinfín de órdenes que hay que ejecutar en un tiempo establecido.

 

Para otras familias la falta de rutina hace que vestirse, lavarse los dientes, recoger los juguetes, salir de casa...continuamente se vuelva discusión, negociación o lucha de poder.

 

Y es que cuando no hay una secuencia conocida, todo se vuelve complicado.

 

Porque lo que para ti es una tarea cotidiana, para tu hijo es un momento de transición, y los niños necesitan estructura para transitar con calma.

 

¿Entonces? ¿Es importante tener rutinas establecidas o mejor ser flexibles?

 

A ver, es que una cosa no es incompatible con la otra. Es más, van de la mano.

 

Las rutinas son necesarias y están para cumplirlas. ¿Por qué?

 

Porque nuestro objetivo como madres y padres no es que nos obedezcan sin pensar, sino que aprendan a ser cada vez más autónomos. Y ahí, las rutinas bien diseñadas —y construidas junto a ellos— son una pieza clave. No solo organizan el día: ayudan a desarrollar habilidades de vida como el control del tiempo, la planificación o la responsabilidad propia.

 

Además, cuanto más claras y repetidas son las rutinas, menos tienes que repetir tú.

 

Y eso significa a parte de más autonomía para tu hijo, menos desgaste para ti.

 

Una buena rutina reduce muchas de las luchas cotidianas que agotan la convivencia.

 

Pero las rutinas también tiene que ser flexibles.

 

Es decir, la rutina nos da estructura, seguridad y confianza. Pero estructura no es lo mismo que rigidez.
Estructura es predecibilidad con flexibilidad.

 

Hay días que no saldrán. Porque tu hijo está cansado. O tú. O ambos.

 

No pasa nada. Se retoma al día siguiente.

 

Lo importante es que el cuerpo y la mente vayan integrando el orden como algo que da calma, no presión.

 

Se trata de orden emocional. De anticipación. De seguridad. De que el niño pueda prever qué viene después y no esté navegando el día a ciegas. En la infancia, eso es oro: el cerebro inmaduro necesita estructura externa para poder funcionar con calma por dentro.

 

Y ojo: crear rutinas no significa que todo vaya a salir perfecto desde el primer día. A veces cuesta arrancar, otras veces hay que ajustar. Pero lo importante no es la perfección, sino la constancia.

 

¿Y por dónde empezamos?

 

En Disciplina Positiva hablamos mucho de crear rutinas con los niños, no para los niños. Y eso cambia completamente el juego.

 

Cuando los niños participan en la creación de sus rutinas, aumenta su sentido de pertenencia y contribución. Se sienten parte.

Y eso da lugar a una colaboración más fluida, sin gritos ni amenazas.

 

Por eso una de las herramientas que funciona muy bien para empezar a integrar rutinas es crear conjuntamente una tabla, visual y práctica.

 

  1. Haz una lista conjunta de las tareas diarias que tu hijo puede realizar según su edad y capacidad (recoger juguetes, lavarse los dientes, elegir ropa…).

  2. Construyan juntos la tabla o cartel, pueden dibujar, pegar fotos o usar imágenes impresas para hacerlo divertido y visual.

  3. Colóquenla en un lugar visible, para que funcione como guía y recordatorio.

  4. Cuando sea el momento, en lugar de dar órdenes, pregunta: “¿Qué toca hacer ahora según tu tabla?”

  5. Celebra y reconoce cada logro sin necesidad de premios externos.

 

Las tablas de rutinas son una forma genial de hacer tangible lo que se espera en cada momento del día. Además, cuando los niños participan en crear estas tablas, no solo se involucran, sino que también sienten el orgullo y la satisfacción de cumplir sus propios objetivos, lo que alimenta su motivación interna mucho más que cualquier recompensa externa.

 

Esta semana, mi propuesta es...


Empieza por observar:

 

¿Dónde está el mayor caos del día?
¿Qué necesitas tú que suceda?
¿Qué puede aportar tu hijo a esa rutina?

Y desde ahí, creen una tabla para esa rutina.

 

La próxima semana te compartiré otra herramienta para reforzar la cooperación sin gritos ni premios. Pero hoy, con una rutina bien trabajada, ya estás construyendo algo muy valioso: un clima familiar donde todos saben lo que toca… sin tener que recordarlo mil veces.

 

Porque cuando hay rutina, hay calma. Y cuando hay calma, hay más espacio para conectar.

 

Haridian Suárez

Trabajadora social y Educadora de Disciplina Positiva (@criarconemocion)

Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.162

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.