Aunque hemos aprendido que el cerebro es la gloriosa coronación de la evolución, a veces pienso que no es más que un plan de la estupidez para hacerse con nosotros.
Está claro que el idiota sufre menos, no se percata, no se da cuenta de lo terrible, no advierte ningún vacío cósmico; es la lapa pegada en la roca.
Cuando lo homínidos no habían bajado aún de los árboles allí estaba ella, fijada; nada la sacudía, nada le preocupaba. Tiempo después, las pirámides, la imprenta, el coche, la radio, la bomba atómica, Internet y la IA; y ella sigue ahí, pegada a su insustancial piedra; nada la emociona, nada la inquieta.
¿Es entonces realmente necesario ser más inteligentes para sobrevivir? Parece que no. Pero, pongamos que así fuera. Este humano suprainteligente tendría que acabar con todos los menos inteligentes que él, en virtud de la preservación de una especie superior. ¿De qué se alimentaría? ¿Se haría vegetariano o, quizá, caníbal? Si esta última fuera la opción más adaptativa elegida por un diseño invisible, este implacable depredador se quedaría finalmente solo, único en su inteligencia individual y condenado entonces a la desaparición ¿Podría ser la inteligencia un oscuro plan de la evolución para nuestra destrucción?
Inmediatamente me vuelvo al primer argumento: quizá solo bastara con ser youtuber o bloguero... Y la autodestrucción se me presenta de nuevo de manera inexorable.
En este divagar evolutivo aparece el pensamiento de Bertrand Russel:“La vida se ha desarrollado gradualmente del protozoo al filósofo, y este desarrollo, aseguran, es sin duda un progreso. Por desgracia, esto nos lo asegura el filósofo, no el protozoo”.
Hay momentos de la vida que daría mi reino por ser una lapa o un protozoo, esperando el paso lánguido del tiempo, dejándome llevar por la marea, pero esta insistente y jodida filósofa que llevo dentro no me deja descansar: ¡Evoluciona!, me dice, y sonrío.
Lola Sosa
Javier Estévez | Martes, 05 de Agosto de 2025 a las 15:20:35 horas
Me encanta esta meditación literaria que es toda una paradoja: Lola "crítica" la inteligencia mientras utiliza precisamente su capacidad intelectual para construir su reflexivo y honesto argumento. ¡Qué crack!
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