LA BRISA DE LA BAHÍA (242). Sol apretado

Las frases y la ironía cotidiana de Kiko dejan huella en la Avenida, donde el paisanaje y la memoria se entrelazan en cada caminata.

Juan Ferrera Gil Lunes, 04 de Agosto de 2025 Tiempo de lectura:
Sol apretado. Juan FERRERA GILSol apretado. Juan FERRERA GIL

Les confieso, inteligentes lectores, que cuando escuché por primera y única vez la expresión (la había pronunciado Kiko, tras la oportuna presentación que nos hizo un amigo caminante), nos sorprendió gratamente: “hoy el sol está apretado”.

 

Y me imaginaba al astro medio estreñido y con cara de circunstancias, como apenado y tristón. Claro que el lugar de la caminata desde tempranas horas se prestaba a ello: la Avenida de La Charca o de Visvique. Ahora Kiko atraviesa momentos delicados de salud, también apretados, y ya no lo vemos pasear por el lugar, donde cada mañana cumplía con su determinación de echar un ratito a pie y otro andando.

 

En otro momento nos dijo algo así como “está cayendo un palo de agua”, con la sonrisa atravesada en su expresión, para señalar el intenso sol de invierno que ya reinaba en aquellos dominios. Además de comprender la ironía, ya la Avenida le echa de menos al tiempo que recupera otras visitas en horas mañaneras que vienen a consolidar una manera de estar en el mundo: el paisanaje va cambiando sin apenas ser conscientes de ello.

 

O sea, que Kiko ha pronunciado dos frases que representan no solo una manera de ser, donde la ironía cotidiana se muestra como una realidad insoslayable, sino que, además y también, deja su voz en la Avenida donde las palabras encuentran su apreciado y reconfortante eco. Lo echamos de menos. Y no precisamente porque nos paráramos a hablar, sino porque su educación y respeto hacia el otro llegaba más lejos. Y eso se nota. Y mucho.

 

Solo añoramos el momento de volverlo a ver porque estos personajes que caminan a nuestro lado nos resultan imprescindibles en su trato y en su modo de mirar. Es cierto aquello de que cada uno es cada uno. Y así debe ser. Por eso Kiko nos resulta muy necesario. Y representa, además, a todas las personas con quienes nos cruzamos en nuestra caminata diaria.

 

La conclusión es clara y sencilla: “la brisa de la bahía” la dedicamos a todas las personas que se dejan ver, que pasean, que caminan, y que luchan, a su manera, por una existencia que sea lo más benévola posible.

 

Para todos ellos nuestra más alta consideración y respeto.

 

PD: Hoy nos hemos enterado de que Kiko sigue con sus caminatas, pero cerca de su casa. Es bueno saberlo. Damos las gracias al amigo lector y caminante que nos lo ha comunicado.

 

Juan FERRERA GIL

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