Moguer, ciudad de la poesía disidente
Escribí las líneas de este columna desde el asiento del avión que me regresaba a Gran Canaria, vía Sevilla, después de pasar unos días de encuentro literario y compromiso social a través de la poesía en Moguer, Huelva, donde tuve el placer de asistir al Encuentro de poetas 'Poesía y Paraíso' organizado por Voces del Extremo de Moguer, una bella ciudad de Huelva, en la comunidad autónoma de Andalucía.
El Encuentro, custodiado por un excelente y cálido equipo de poetas, con el escritor Antonio Orihuela al frente, congregó desde el miércoles y hasta el sábado, a un centenar de personas cultivadoras del género del verso que durante estos días se dieron cita para celebrar la poesía y sobre todo, para reivindicar que un mundo más justo, sin guerras ni violencia, solidario y respetuoso con los derechos humanos y con el medio ambiente, es posible.
Durante estas jornadas he podido comprobar en directo no solo que la palabra puede constituir un instrumento para la denuncia y la acción, sino también que la poesía puede ser una vía muy potente para exigir y reivindicar un mundo diferente. Un mundo mejor.
Poder ser testigo en primera persona y compartir con este grupo de poetas preocupados y comprometimos con el mundo, me ha reafirmado en mi idea de que una sociedad alternativa es posible y de que esa posibilidad, por ínfima que nos pueda resultar, está en manos de todas y todos nosotros, de la ciudadanía.
No se trata de ser ni de actuar como personas ingenuas. Se trata de apostar con un sistema más democrático y justo, en el que se denuncie la corrupción política, los abusos del sistema, la falta de vivienda, la gentrificación de nuestras ciudades, la explotación de nuestras costas y de nuestro territorio por un depredador turismo y, por supuesto, el uso del populismo y de las consignas racistas y fascistas contra una población que solo busca una oportunidad de vida mejor.
¿Esto es ser ingenua? Podría pensarse que sí pero prefiero parecer ingenua a caer en el pesimismo y perder la esperanza en un mundo mejor, un mundo que puedan heredar en condiciones las generaciones futuras.
Además de servir como espacio para aunar consciencias y reclamar un espacio de vida mejor para todas y todos, asistir a este encuentro poético me ha permitido conocer más en profundidad la figura del impulsor del Movimiento Dadaísta, Tristán Tzara, de mano del zaragozano experto en su obra poética, Manuel Puertas Fuentes; adentrarme en el exhaustivo trabajo de investigación sobre las fosas comunes de republicanos tras el levantamiento militar franquista de mano de Guillermo León Cáceres o conocer un curioso ensayo sobre la relación del escritor Juan Ramón Jiménez con las drogas, obra de Jonás Sánchez Pedrero.
Además, he contado con la oportunidad de visitar en persona la casa natal de Juan Ramón Jiménez, uno de los cinco premios Nobel españoles, y de la Casa-Museo dedicada a la figura de Zenobia Campubrí y el escritor de Moguer, donde conté con la ilusionante ocasión de leer algunos de mis poemas, un momento cuyo recuerdo almacenaré para siempre en mi personal registro de las cosas bellas que me han pasado en la vida.
Moguer es una ciudad plenamente dedicada a la figura y obra de sus dos ilustres vecinos. Además de las dos casas-museos, la localidad cuenta con diversas estatuas y calles a nombre de ambos así como una mención muy especial a un animal entrañable, el burro Platero, inmortalizado por Juan Ramón Jiménez en su mundialmente traducida novela 'Platero y yo'.
Destaco la justa consideración realizada hacia la figura de Zenobia Campubrí, que además de la compañera de vida de Juan Ramón Jiménez, fue la primera en traducir al español la poesía del polímata bengalí, poeta filósofo del movimiento Brahmo Samaj, pintor, dramaturgo, músico y novelista Rabindranath Tagore y, por tanto, fue través de ella que llegó la filosofía de Tagore a nuestro país. Zenobia fue escritora, traductora, lingüista y apoyo indispensable al escritor de Moguer, encargándose de pasar a limpio los textos de su marido y cuidando de su trabajo literario hasta que un cáncer de ovarios la arrastró tristemente a la muerte en 1956, apenas unos días antes de que a su marido se le reconociera con el Premio Nobel de Literatura.
Moguer es conocido además por haber sido lugar desde el cual Cristóbal Colón puso en marcha su viaje hacia a las Américas. A finales del siglo XV, Moguer era una villa de 5.000 habitantes, que contaba con un puerto que los Reyes Católicos protegieron con un seguro que concedieron a las embarcaciones que arribaran procedentes de Canarias, norte de África y Europa. La primera llegada de Cristóbal Colón a La Rábida se produjo en 1485. Colón sabía que los marinos del estuario del Tinto eran buenos navegantes que hacían con frecuencia la ruta comercial de las Canarias y Guinea, rica en pesquerías, y Mina del Oro, donde se hacían con esclavos, así que inició los primeros contactos con vecinos de Palos y Moguer, logrando el apoyo de los armadores y marinos respetados, los Pinzón, de Palos, y los Niño, de Moguer, quienes se sumaron a la empresa partiendo desde las aguas saladas del río Tinto los tres navíos más famosos de la historia de España y América: la Pinta, la Niña y la Santa María.
Moguer, una ciudad de amplias y limpias calles, con sus casas blancas de altos techos y grandes ventanas enrejadas, en las que hasta me pareció ver aparecer alguna vez a un bello mozo a lomos de su caballo acercarse hasta las rejas de hierro pintado de negro para hacer la corte de una joven dama, que le esperaba impaciente al otro lado; una ciudad que resulta de una belleza singular de la que hay que resaltar su carácter como localidad de acogida y convivencia multicultural con una importante presencia de población foránea. Por todo ello, esta ciudad andaluza se convirtió durante la pasada semana en un cosmos literario en el que se unió poesía y convivencia multicultural con la denuncia y la reivindicación.
Precisamente, en el marco de este encuentro, se realizó desde Voces del Extremo un Manifiesto por Gaza, al que me sumo y del que traigo aquí el extracto siguiente:
Nosotras y nosotros, poetas reunidos en Moguer en el encuentro Voces del Extremo, no podemos callar ante el genocidio que día a día Israel lleva a cabo en Gaza.
La destrucción sistemática de hospitales, la muerte por falta de recursos médicos, los bombardeos, los asesinatos "selectivos" que se llevan por delante a decenas de personas, los disparos mortales contra quienes acuden a la recogida de alimentos, la muerte por inanición de tantísimos niños... Todo esto ante la inacción, la complicidad o el abierto apoyo de las potencias occidentales, entre ellas la Unión Europea y el Gobierno español.
Por ello, junto a la liberación de los rehenes israelíes en manos de Hamás, exigimos:
-Alto el fuego inmediato.
-Retirada de todas las fuerzas israelíes de Gaza y fin de las hostilidades en Cisjordania.
-Llegada inmediata de la ayuda internacional gestionada por las agencias humanitarias (y, entre ellas, la UNRWA de NN. UU.).
-Apoyo a las denuncias contra Israel en el Tribunal Penal Internacional.
-Fin al comercio de armas con Israel.
Está en nuestras manos perseverar en la movilización de la sociedad civil, ampliando las manifestaciones y los actos de protesta.
La palabra como protesta, la poesía como acción, eso es Voces del Extremo. Felicitaciones a todas aquellas personas comprometidas con la palabra y el mundo que están al frente de esta iniciativa. Gracias por hacer de este planeta un espacio más lleno de humanidad. Que no es poco.
Josefa Molina































Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.3