Velintonia, un hogar para la poesía

Josefa Molina

[Img #10531]En varias ocasiones he hecho referencia a mi afición a visitar allá donde fuere, las casas o pisos que en algún momento dieron cobijo a poetas, autores o escritoras a las que admiro. Gracias a esta afición ha conocido las viviendas de algunos ilustres autores españoles como Antonio Machado en Segovia, Rosalía de Castro en Padrón, Miguel Hernández en Orihuela, de Vicente Blasco Ibáñez en Valencia, Emilia Pardo Bazán en La Coruña o Miguel de Unamuno en Salamanca, entre otros en nuestro país; pero también la casa de Bertolt Brecht en Berlín, la fundación Saramago y la casa-museo de Pessoa en Lisboa, la casa desde la cual Charles Dickens leía para un público expectante las aventuras en episodios de los protagonistas de sus cuentos en Londres o la vivienda señorial donde residiera el poeta británico John Keats y la vivienda en Roma donde falleció aquejado de tuberculosis, convertida posteriormente en unmuseo dedicado a los poetas románticos ingleses John Keats y Percy Bysshe Shelley, o la fundación dedicada a la figura de Mario Benedetti, en Montevideo, Uruguay.

 

Por eso la noticia que se hizo pública hace unos días en virtud de la cual se abrían, después de estar cerradas a cal y canto durante años, las puertas de Velintonia, me hizo muy feliz. ¿Qué es Velintonia? Velintonia es un nombre de origen inglés ‘Wellingtonia’, que da nombre de una secuoya gigante, y era la denominación de la calle en la que residió durante más de cincuenta años el poeta y premio Nobel de Literatura, Vicente Aleixandre (Sevilla,1898–Madrid,1984). La calle pasó a llamarse posteriormente ‘Vicente Aleixandre’ precisamente en reconocimiento a su nobel inquilino.

 

La vivienda, situada en la zona de Chamberí de Madrid, fue lugar de encuentro de destacados poetas, escritores, artistas e intelectuales del siglo XX. De hecho su importancia como espacio de encuentro es tan vital dentro de la historia de la literatura española que se creó una Asociación, la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre, que se erigieron en defensores a ultranza de su conservación para dar albergue en ella de la ‘Casa de la Poesía’. Después de más de cuarenta años de no llegar a un acuerdo entre los herederos, la Comunidad de Madrid y la Asociación, por fin, se ha anunciado la adquisición del inmueble por parte de la Comunidad de Madrid y su rehabilitación para albergar el tan ansiado espacio dedicado a la poesía.

 

De hecho, hace apenas unos días, la vivienda se abrió a un pequeño número de visitantes para realizar una visita a sus distintos espacios antes de iniciarse las obras de reforma dado que la previsión es que este espacio sea abierto al público en 2027, coincidiendo con la celebración del centenario de la Generación del 27.

 

La vivienda se encontraba deshabitada desde 1986, año en el que falleció Concepción Aleixandre, hermana del poeta, dos años después de la muerte del propio Aleixandre en 1984. Fue construida en el año 1927 en un terreno adquirido por el padre del poeta en la Colonia Metropolitana, una zona que por aquel entonces era extrarradio de la capital española, siendo una de las pocas edificaciones que se conservan de aquella urbanización. La vivienda, que desde 2022 cuenta con una declaración de bien de interés patrimonial, fue objeto de una absoluta desidia y abandono por parte de las autoridades municipales y autonómicas pero gracias al empeño y tesón de la Asociación de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre por fin se ha logrado reconocer el valor que tiene el inmueble, no solo como valor patrimonial sino sobre todo como valor emocional y testimonial de la poesía española.

 

El colectivo comenzó su movilización en marzo de 1995 iniciando una campaña de protesta, encabezada por el poeta y crítico José Luis Cano y Alejandro Sanz, presidente de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre, para denunciar el incomprensible abandono que padecía el histórico inmueble. En dicha campaña se recogieron más de un centenar de firmas de prestigiosos poetas e intelectuales y se fue dando a conocer la situación del inmueble tanto dentro como fuera de España. Desde ese momento, han sido numerosas las acciones que han llevado a cabo recabando apoyos entre la intelectualidad nacional e internacional de apoyo a la recuperación de Velintonia número 3.

 

Este proceso de lucha me certifica, una vez más, lo importante que es el movimiento asociativo para impulsar aquellas iniciativas que desde las administraciones no se tienen en cuenta ni se valoran, a la par que me asusta pensar que si no se estima el valor de una vivienda con esta historia, propiedad de uno de los únicos cinco premios Nobel con los que ha contado España, qué nos quedará al resto de los mortales...

 

Es maravilloso comprobar que la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre lo ha conseguido. Estoy ya expectante a la culminación de las obras para realizar una visita a Madrid y presentar mi respeto, como no podría ser de otra forma, al maestro poeta sevillano.

 

Y es que la importancia de esta casa reside en que ella, nuestro poeta Vicente Aleixandre, que apenas pisaba la calle debido a su maltrecho estado de salud, recibía en ella a todo aquel que quisiera a visitarlo, tanto a sus amigos como a toda aquella persona interesada en conocerle. Por aquellas paredes pasaron muchas de las personalidades e intelectuales más destacadas de la historia de la poesía, la cultura y la literatura en castellano como Federico García Lorca, Rafael Alberti, Maruja Mallo, MaríaZambrano, Pablo Neruda, Luis Cernuda, Dámaso Alonso, Claudio Rodríguez, Jaime Gil de Biedma, Leopoldo Panero, Gerardo Diego, Manuel Altolaguirre o la escritora Carmen Conde, que vivió junto a su compañera sentimental Amanda Junquera, en el piso superior de la casa, durante casi dos años. Su biblioteca fue famosa al acoger las tertulias literarias de destacados miembros de la Generación del 27 y su jardín conserva un emblemático cedro del Líbano plantado por el propio escritor en 1940. Según afirman desde la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre, entre las paredes de Velintonia se escucharon los ‘Sonetos del amor oscuro’ en voz de su creador, Federico García Lorca, cuando no tenían ni siquiera título y sus muros fueron testigos de la lectura de poemas a cargo de Miguel Hernández o Pablo Neruda. A una le gustaría contar con el poder mágico de trasladarse en el tiempo para ser testigo, aunque fuera tan solo por unos minutos y en el más absoluto silencio, de alguna de las maravillosas tertulias en la biblioteca o en el patio. Por soñar...

 

Por ahora nos conformaremos con esperar a su apertura al público en un par de años y conocer algunos de los muebles, baúles y enseres del premio Nobel así como parte de su biblioteca personal, cuyo proyecto de recuperación ya está en marcha.

Si quieren conocer algo más, les invito a visionar la película Velintonia 3, escrita y dirigida por Javier Vila, que se estrenó en el pasado Festival de Málaga y en la que participan diversos escritores y amigos del poeta sevillano, entre ellos, Vicente Molina Foix, Guillermo Carnero, Marcos Ricardo Barnatán, Antonio Colinas, Jaime Siles, Javier Lostalé, Rosa Pereda y Dionisio Cañas, última generación que conoció Velintonia en vida del Nobel.

 

Lejos de opinar como algunos que la creación de casas-museos constituyen inversiones estériles que solo responden al interés económico de cobrar entradas y que los visitantes salen sin saber nada nuevo sobre el antiguo inquilino del inmueble, no puedo estar más en desacuerdo. Por supuesto, que las casas-museos suponen una fuente de ingreso más enmarcado dentro de lo que se llama Turismo Cultural pero, para las personas amantes de la literatura nos ofrece, además, la posibilidad de conocer y conectar con la obra literaria de la persona escritora que vivió en este lugar. Una conexión que no pasa solo por ver la mesa donde escribió o admirar su biblioteca personal, su máquina de escribir o su estilográfica. Pasa por conocer detalles de su vida, profundizar en aquellas anécdotas sobre dónde se gestaron sus obras y sobre todo, pasa por reconocer y dar el valor que se merece a su vida como creador o creadora literaria.

 

En diversas ocasiones he afirmado que el pueblo que reconoce a los suyos se engrandece como pueblo. Y entre esos suyos también hay que contar a las personalidades del mundo de la cultura y el arte y no solo del sector empresarial, deportivo y político, porque aquello que nos hace, que nos define como seres humanos, es nuestro intelecto, nuestra capacidad de pensar, de cultivar el pensamiento, las letras, el discurso, la palabra.

 

Porque la esencia inmaterial que nos queda y nos conforma como seres humanos es la cultura. Y eso puede no tener valor monetario que sirva en un mercado capitalista como el nuestro pero encierra en sí mismo el valor incalculable de nuestra conformación como personas. Que es todo.

 

Josefa Molina

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