Educación infantil

La magia de asignar responsabilidades

Porque la Disciplina Positiva tiene claro que los niños necesitan sentirse importantes.

Haridian Suárez Vega Miércoles, 23 de Julio de 2025 Tiempo de lectura:

Tu hijo deja los juguetes tirados por el suelo.

Le pides que recoja.

Una vez. Dos. Tres.

Y nada.

 

Lo siguiente que sale por tu boca es un discurso en bucle: "Es que siempre lo mismo, no haces caso, no colaboras, no te importa nada..."

 

Y al final, o acabas recogiendo tú entre resoplidos, o se lía un conflicto innecesario.

 

¿Te suena?

Lo que en realidad estás buscando no es que te obedezca.

Lo que quieres es que aprenda a hacerse cargo de lo suyo.

Y ahí entra una herramienta maravillosa (y poco usada con conciencia): asignar responsabilidades.
 

¿Qué significa?

 

Significa darles un papel activo y útil dentro de la familia. No para que aprendan a obedecer, sino por pertenencia y contribución. Para hacerles sentir parte. Para hacerles sentir valiosos.

 

Porque la Disciplina Positiva tiene claro que los niños necesitan sentirse importantes.

 

Y una de las formas más sanas de lograrlo es dejándoles aportar.

 

Cuando un niño siente que su ayuda tiene valor, no necesita portarse “mal” para llamar la atención.

Porque ya se siente visto, útil, parte del equipo.

No se trata de dar órdenes, ni de poner a los niños a trabajar como adultos.

Tampoco de delegar lo que no queremos hacer nosotros.

Y sobre todo, no es castigar con tareas: "Como no te portaste bien, ahora recoges tú."

Asignar responsabilidades implica confiar en ellos.
Darles pequeños roles reales, adaptados a su edad y momento.
Asignarle tareas que no solo puedan hacer con autonomía, sino que les hagan sentir capaces y cubrir esa necesidad natural de contribuir.

 

¿Por qué funciona?

 

Porque cuando un niño tiene responsabilidades:

 

  • Se siente capaz y valioso.

  • Aprende habilidades reales para la vida.

  • Refuerza su autoestima desde la acción.

  • Se generan menos conflicto y más colaboración.

 

¿Y sabes lo mejor? Que muchas veces, al darles responsabilidades, los sermones ya no hacen falta.
Ya no sientes la necesidad de decirle que recoja mil veces…
Porque sabe que ese es su rol, su parte, su contribución.

 

¿Y cómo lo hago en casa?

 

Aquí van algunas ideas prácticas para aplicar (pero recuerda que no estás buscando resultados inmediatos, sino construir a largo plazo).

 

  • Involúcrales en la elección
    Hazlo juntos: “¿Qué prefieres encargarte tú, de poner la mesa o de darle de comer al gato?”
    Que sientan que tienen poder de decisión.

  • Responsabilidades visibles
    Puedes usar una tabla, dibujos o fotos si son pequeños.
    Les ayuda a visualizar su papel y a recordarlo fácilmente.

  • Que sea constante, no ocasional
    No vale pedir ayuda solo cuando tú estás saturada.
    Es mejor tener pequeñas tareas fijas que sepan que son suyas (regar las plantas, ordenar su mochila...).

  • Hazlo divertido (si puedes)
    Música, temporizador, un reto tipo “a ver quién lo hace antes de que suene la alarma”.
    No siempre es posible, pero el humor ayuda mucho.

  • Evita el control excesivo
    Si la tarea es suya, déjale hacerla a su manera (aunque no quede perfecto).
    Si corriges cada paso, se sentirá incapaz o desmotivado.

 

Y este último paso quizás, sea el más complicado.

 

Nos cuesta soltar el control.
Porque no confiamos en que lo hagan bien. Porque creemos que “aún no saben”. Porque queremos que quede perfecto.

Y al final, cuanto menos hacen… menos quieren hacer.
Y cuanto menos quieren… más lo hacemos nosotros.
Y un día explotamos:
"¡Es que no colocas ni la toalla después de ducharte!"

Y creemos que el reproche va a funcionar.
Pero no funciona. Porque la responsabilidad no se impone.

Se entrena. Se acompaña.

 

¿Y entonces? ¿si no quieren colaborar?

 

Pregúntate primero si lo estás transmitiendo desde la conexión o desde el enfado. Si le estás pidiendo obediencia o colaboración.
Revisen juntos las responsabilidades. Adáptalas.
Recuerda: esto no es un castigo, es una oportunidad.

 

Y si te dicen “no quiero”...

 

Valida primero lo que sienten:
"No te apetece, lo entiendo. A veces yo tampoco tengo ganas de hacer cosas."

 

Y luego redirige:
"Pero esto es parte de cuidar la casa entre todos. Y tú eres parte de este equipo"

No esperes entusiasmo inmediato. Pero si lo haces desde el respeto y la constancia, verás el cambio.

 

Recuerda

 

Los niños no aprenden a ser responsables porque les sermonees.
Aprenden cuando les das responsabilidades reales, con confianza, constancia y amor.

Porque educar no es imponer, es entrenar para la vida.
 

Te propongo algo para esta semana:

 

Elige una pequeña responsabilidad que puedas entregar a tu hijo, y mantenla durante varios días.
Hazlo desde la calma, desde el vínculo.
Y observa qué cambia cuando dejamos de pedir ayuda…
y empezamos a confiar.

 

¿Seguimos caminando juntas hacia una crianza más consciente?

 

Una semana. Una herramienta.
Un paso más hacia la crianza que deseas.

 

Haridian Suárez

Trabajadora social y Educadora de Disciplina Positiva (@criarconemocion)

Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.120

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.