El tiempo compartido. Juan FGERRERA GILEl tiempo compartido que proporcionan los libros no solo constituye una verdad inalterable, sino que, además, conecta con la mejor tradición lectora y nos hace sentir, también, que somos herederos de un ejército empedernido de leyentes dispuestos a perderse en cualquier capítulo de la Historia de la Lectura, de Alberto Manguel, por poner un ejemplo.
Es un regalo tan frecuente ese plazo participado que ni siquiera lo llegamos a percibir del todo: se ha transformado en una especie de milagro cotidiano que sirve, entre otras cosas, para mostrar que vale la pena leer, entrar en contacto con otras vidas y otras maneras de ser y pensar. Al final, redunda todo en existencias que se mueven entre líneas creadas donde antes no había nada. Y que insuflamos vida cada vez que abrimos el libro. Estamos tan llenos de historias, cuentos y leyendas, y novelas, que ya ni siquiera somos conscientes de que necesitamos a los autores como “el aire que respiramos trece veces por minuto”.
Vale.
Juan FERRERA GIL































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