
Lo cierto es que cuando la pregunta se instaló en nuestro interior, un buen amigo tuvo la culpa, no pude quitármela de encima.
¿Leerá alguien? Si es el alcalde, mejor, porque arrastrará y servirá de ejemplo. ¿Leerán los cargos de confianza? No lo sabemos. Dependerá del grado de dependencia que mantengan con sus jefes. ¿Leerá el partido? Digo yo que, al menos, las ponencias de sus comités locales sí se revisarán debidamente. Así que si todos estamos dispuestos a leer es porque los Clubes de Lectura, entre otras consideraciones mayormente políticas, se han prodigado en los últimos tiempos. Y han crecido. Y descubrir que hay vida más allá de la pantalla del móvil es toda una proeza digna de destacar.
Claro que yo pienso todavía en lectura en papel, no solo por el olor de la indeleble tinta, sino porque aún puedo apreciar el sabor que proporciona subrayar con un lápiz y anotar posibles ideas antes de que se desvanezcan en las páginas del penúltimo libro. Tengo amigos, y muchos, que utilizan medios electrónicos para acceder al apasionante mundo de la lectura. Todavía a mí no me ha llegado el momento. Como subrayo muchísimo en los libros que me compro, a veces tengo la sensación de vivir en un mundo que me cuesta reconocer: los que somos del siglo XX, somos del siglo XX y a él estaremos amarrados por y para siempre. O, al menos, aún este mundo que conocí no ha desaparecido del todo. Debe andar en vías de extinción, eso sí, como ocurre con ciertos animales que siempre hemos considerado eternos. No sé qué nos deparará el futuro. Pero si el alcalde y los concejales leen es un buen síntoma de que aún la derecha asalvajada, con nombre de diccionario, ¡¡vaya paradoja!!, no ha llegado al poder. Y eso, de momento, está bien. Para cuando entren a formar parte de cualquier pacto municipal, y sus votos sean más que necesarios, pisarán y quemarán los libros: es lo primero que harán. ¿Para qué leer tanto? se preguntarán entonces. Y vuelta a empezar a escribir la Historia de nuevo: esta derechona asalvajada y violenta, y triste, sobre todo, con las palabras, dispuesta se muestra a revisar todo y a considerar que en etapas anteriores hubo de todo. Y no le temblará la voz. Y, entonces, los Clubes de Lectura desaparecerán irremediablemente. Y se apagarán sus voces discordantes. Y exclusivas.
Por eso es muy importante que el alcalde lea. Y mucho. Y que el concejal de Cultura haga honor a su puesto y sepa ostentar correctamente su cargo y, también, dar el correspondiente ejemplo. Solo así seguiremos siendo libres porque los libros nos garantizarán el criterio. Y el respeto. No sé si nos explicamos debidamente.
Juan FERRERA GIL
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