Columna

¿Ser blanco solo es malo si eres periodista?

"...me gusta hacer algo que llamo “prensa blanca” Sí, una prensa que se limite a su función de informar, sin buscar el morbo, sin atacar a nadie."

Zeneida Miranda Suárez Sábado, 19 de Julio de 2025 Tiempo de lectura:

“Una joven de diecisiete años quemada por su pareja de veinte” Este hubiera sido el titular que yo, si ejerciera mi profesión como periodista, habría puesto a la triste noticia que llenó las primeras planas de los medios de comunicación los pasados días. ¿Por qué? Pues porque me gusta hacer algo que llamo “prensa blanca” Sí, una prensa que se limite a su función de informar, sin buscar el morbo, sin atacar a nadie. Pero en periodismo, si eres blanco, eso es malo, ¿será por eso que no encuentro mi sitio como periodista?

 

Que una mujer sea víctima de violencia de género es ya de por sí una noticia tristísima. Súmale que se trata de una chica muy joven, que vivía en un piso tutelado por lo que no tenía una estabilidad familiar, ¿porqué intentar fomentar el odio y el racismo recalcando que el agresor era un migrante que llegó a Lanzarote en patera hace poco? ¿Es que cuando el agresor es blanquito, es “uno de los nuestros” la víctima es menos víctima? ¿Serían menos dolorosas las quemaduras que esta chica tiene en el 95% de su cuerpo si su agresor se llamara Pepe García y fuera de La Isleta? Solo pregunto. Porque me parece que, en el periodismo es el único lugar donde ser blanco es peor y no, espero que se entienda, no hablo del color de la piel. Hablo de la manera de informar.

 

Aun recuerdo la época de la universidad, cuando nos enseñaron ética y deontología profesional y derecho de la información, por que sí, aunque no lo parezca a los que nos hemos molestado en formarnos de verdad como periodistas nos enseñan esas cosas que parece que luego, cuando ejercemos, si queremos hacernos un hueco en los medios, tenemos que olvidar.

 

Estos días hay miles de ejemplos, pero quiero resaltar otros dos que han sido muy mediáticos.

 

El cumpleaños de Lamine Yamal ha hecho correr ríos de tinta. Vaya por delante que sí creo que se le ha ido de las manos, pero es un chaval joven, que se ve con más millones en el banco que años en su DNI. Lo que revuelve mi corazón de periodista blanca es, de nuevo, el odio y el racismo que en algunos medios y en muchas redes sociales impregnan a la hora de dar la noticia. Si en lugar de ser Lamine Yamal, hijo de inmigrantes, hubiera sido Iker Casillas el que hubiera contratado chicas de imagen y enanos para su fiesta. ¿Cabrearía igual? Porque tengo la sensación de que no, no sería así. Los españolitos blanquitos todo lo hacen con buenas intenciones, pero es que Yamal es moro…

 

El siguiente ejemplo me aleja del tema racial y me acerca más a la prensa del corazón. La llaman “rosa”, el rosa es un color tierno, que da tranquilidad, pero como siempre, cuando se trata de prensa, en muchas ocasiones afea a un amarillo que resulta doloroso. La semana pasada fallece Michu, ex pareja y madre de la hija de José Fernando Ortega (hijo de Rocío Jurado y Ortega Cano). La noticia salta a la palestra un miércoles, el fallecimiento de una joven de treinta y tres años, madre de una niña de ocho. Tristísimo por si solo. No hace falta más. Pero claro, la prensa rosa-amarilla siempre quiere más. El mismo día ya todo el mundo habla y opina, pero lo que me pone los pelos de punta es ver a su hermana, el jueves después del entierro, en la tele “peleándose” sobre con quien debe quedarse la pequeña huérfana. Y su madre…que acaba de enterrar a su hija, tan sonriente en televisión diciendo que la niña quiere estar con ella, que ya la llama mamá y que es lo mejor…¡¡Señora que su hija acaba de fallecer, un poco de respeto!! Nuevamente los periodistas blancos (si es que queda alguno que no sea yo, que aun idealizo esta profesión que no para de darme leches con la mano abierta) nos rasgamos las vestiduras, pero darle otro color a la noticia vende más.

 

Entonces… ¿ser blanco solo es malo si eres periodista?

 

Zeneida Miranda Suárez

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