Foto: Juan FERRERA GIL“Cuando mi padre, Pedro, y mi tío, Juan, diversificaron su negocio corría el año 1955 en Arucas, que era, además, cabeza de comarca y desprendía una actividad comercial inusitada al pasar todo el tráfico que iba al norte de la isla por el centro de la ciudad, hoy peatonalizada.
Aquella vida interior que vivía la ciudad no solo la agrandaba, sino que su desarrollo parecía estar asegurado. La calle de León y Castillo se convertía en paso obligado para casi todas las actividades, mayormente, comerciales. Recuerdo que en mi niñez el escaparate de Clarita Almeida lucía esplendoroso a pesar de su carácter. Al lado de la Dulcería de mi padre, la Ferretería de Óscar, con muchos juguetes, y un poco más allá el Almacén de los Amadores, en el que D. Florencio, un hombre alto y serio con letra correcta, precisa y legible llenaba los libros de cuentas donde todo se centraba en el Debe y el Haber. Enfrente de la Dulcería, además del Cine Díaz, la tienda de Tito Benítez que, al llegar las Navidades, se llenaba de bicicletas maravillosas e inalcanzables.
La calle bullía como un hervidero o eso me parecía a mí desde aquella visión infantil que se ha ido desvaneciendo. Aunque no me crean mucho porque los recuerdos se endulzan con el paso del tiempo.”
Juan FERRERA GIL




























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