Conexión antes que corrección: cuando el vínculo es más fuerte que el error

Redacción Miércoles, 16 de Julio de 2025 Tiempo de lectura:

Estás en medio del conflicto.
Tu hijo ha tirado algo al suelo, ha pegado a su hermana o se niega en rotundo a hacer lo que le pides.
Y todo en ti grita: “Esto no se puede permitir”.
Tu primer impulso es corregir. Decirle que eso no se hace. Poner consecuencias. Cortar el comportamiento.

 

Pero si te saltas un paso, todo lo que digas después va a caer en saco roto.

 

Ese paso es la conexión.

 

Y es que la Disciplina Positiva tiene algo muy claro: sin conexión, no hay corrección posible.

 

Y no hablamos de justificar o ignorar lo que ha pasado, sino de reconstruir el puente emocional antes de cruzarlo.

Pero… ¿qué haces entonces cuando se portan mal?

La respuesta corta sería: conexión antes que corrección.

 

¿Qué significa esto?

 

Significa que, antes de intentar enseñar, corregir o cambiar un comportamiento, necesitas reconectar con tu hijo.
Porque no se puede educar desde el enfado, la amenaza o el distanciamiento emocional.
Y no porque no tengas razón, sino porque cuando un niño se siente desconectado, entra en modo “supervivencia”: no escucha, no aprende, no coopera. Solo reacciona.

 

¿Y por qué funciona?

 

Porque los niños (y los adultos también) solo pueden aprender cuando se sienten seguros, aceptados y conectados.

La conexión no es solo “amor”: es presencia, es validación, es decirle sin palabras:
“Estoy contigo, incluso cuando no estás en tu mejor versión.”

 

No hablamos de permitir cualquier cosa.
Hablamos de acompañar sin romper el vínculo.
Corregir sin herir.
Poner límites sin desconectar.

 

Porque cuando no hay conexión

 

  • Los niños repiten el mal comportamiento.

  • Se sienten incomprendidos o rechazados.

  • Tú te frustras más y entras en modo autoritario… o pasas a la permisividad.

    Y así nadie gana. Todos pierden.

 

Porque el verdadero objetivo de la corrección no es castigar el error… sino enseñar una forma mejor.
Y para eso, la conexión es el camino.

 

¿Cómo se ve esto en la práctica?

 

Vamos a lo importante: el día a día.

Imagina que tu hijo pega a su hermana.

 

La reacción habitual es decirle...“¡Eso no se hace! ¡Que sea la última vez que le pegas a tu hermana!”

 

Esa es la reacción que nos sale así, de primeras, sin pensar. Y no está mal: estás dejando claro el límite, no se pega. Eso es necesario e imprescindible.

 

Pero si profundizamos un poco más, vemos que nos faltan dos factores importantes para que esa corrección realmente eduque:

 

  1. Que el niño sienta que es válido enfadarse cuando algo no le gusta. Eso está bien y es normal.
    Lo que no está bien —y no podemos permitir— es que lo exprese pegando o haciendo daño.
    (Validamos la emoción, no la acción).

  2. Decirle qué puede hacer la próxima vez que se sienta así de enfadado sin usar la violencia.
    Porque decirle “que sea la última vez” sin ofrecerle una alternativa… se queda cojo.

     

Conectar antes de corregir sonaría algo así:

“Entiendo que estás muy enfadado porque tu hermana no te dejó jugar.
Todos podemos enfadarnos, y eso está bien.
Lo que no está bien es pegar, y no voy a permitir que lo hagas. Eso hace daño.
La próxima vez que te sientas así de enfadado puedes… (apretar fuerte un cojín, respirar como te enseñó mamá…)”

 

Estrategias concretas para fomentar la conexión

 

Aquí van algunas herramientas que puedes usar cada día para que ese vínculo esté fuerte antes, durante y después de los conflictos:

 

  • Tiempo especial
    Aunque sean 10 minutos al día, sin pantallas ni interrupciones. Solo tú y tu hijo, haciendo algo que le guste. Ese tiempo es oro para el vínculo.

  • Validar emociones
    No se trata de justificar comportamientos, sino de nombrar lo que sienten: “Te dio rabia”, “Te dolió que no te dejaran jugar”… Desde ahí puedes educar después.

  • Contacto físico
    Darle un abrazo después del conflicto hace que reconectemos y que demostremos que nuestro amor no cambia dependiendo de su actitud. La piel también educa.

  • Mirar con aprecio
    Deja el juicio. Observa a tu hijo como un ser en construcción, no como alguien que te quiere fastidiar. El cambio de mirada cambia todo.

 

Recuerda

 

Los niños no aprenden cuando se sienten mal.
Aprenden cuando se sienten bien consigo mismos… y contigo.

 

Por eso esta herramienta es tan potente: porque cuando hay conexión, muchas veces la corrección ya no es necesaria.
Y cuando sí hace falta corregir, el mensaje entra desde la calma, no desde la amenaza.

 

Esta semana te propongo probar una cosa: elige una situación tensa al día y respira antes de intervenir. Acércate. Mira a tu hijo con curiosidad y no con juicio.
Y construye desde ahí.
 

Y si quieres seguir sumando herramientas reales y prácticas, nos vemos en el próximo artículo.

Una semana. Una herramienta.

Un paso más hacia la crianza que deseas.

 

Haridian Suárez

Trabajadora social y Educadora de Disciplina Positiva (@criarconemocion)

Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.120

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.